2. "La secretaria de Don Mafia" (2/3)

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"Primera cita"

Jamás fui buena para el amor. El miedo al rechazo, no compartir los mismos propósitos en la vida, ser tan susceptible al engaño y la mentira, tener que exponer mi vulnerabilidad con el miedo de que me vuelvan a romper el corazón, etc. Por eso, ya no entendía mucho de los códigos actuales, y las redes sociales no era la excepción.

Un like o que me contestaran las historias me daba igual pero, parece que en el lenguaje de los hombres eso podía ser interpretado de otras maneras. Pablo había estado likeando mis posteos e historias con un cumplimiento rutinario casi cronometrado, no había fueguitos ni comentarios pero su corazoncito siempre estaba presente y yo todavía no sabía cómo leerlo. Tampoco es que subiera cosas todos los días pero cada vez que ponía algo, desde una selfie desenfocada, algún intento de receta medianamente logrado, un libro que estoy leyendo, etc., su presencia era de las primeras en aparecerme en la barra de notificaciones.

Desde aquella tarde que pasamos "juntos", tomando mates en el predio y charlando para conocernos, sentía que quizás él buscaba acercarse como un amigo. No sé por qué me convencía a mí misma de que de ninguna manera íbamos a transgredir los límites de la amistad. Para mí no era una señal de ningún tipo porque usaba los corazoncitos de Instagram como pequeños gestos cariñosos hacia gente que conocía.

Por eso, me tomaba sus likes como muestras de afecto, nada más ordinario que eso. Además, desde el otro día, no nos habíamos vuelto a ver. Alguna que otra mirada y saludo pasajero sí pero nada más. Con la tercera fecha de las Eliminatorias y la vuelta de los campeones al predio todo era puro caos dada la puesta en funcionamiento de la Scaloneta para el partido contra Paraguay en el Monumental.

Yo me pasaba las mañanas poniendo en orden los papeles de los muchachos, organizando los preparativos de los nuevos convocados, discutiendo los pormenores para el viaje del plantel a Perú en los próximos días, coordinando con la gente de utilería y mantenimiento, llevando pedidos a los encargados de las redes.

Harta como estaba, Pablo aparecía a lo lejos, en medio de reuniones y charlas con el cuerpo técnico a quienes yo procuraba no acercarme para no caer desmayada. Fue él el que me presentó a Scaloni y apenas si pude decirle un "Mucho gusto señor, soy Olivia" y nada más. Por suerte, él se presentó como si nada, como si los 47 millones de argentinos no supiéramos quién es, obviando mi nerviosismo y mis ganas de decirle que lo admiraba más que a ninguna otra persona.

Lejos de hacer más papelones, tratar de ordenar la vuelta a mi rutina con la sonrisa de Pablo dándome vueltas en la cabeza era bastante difícil. Salir a correr un rato con Juli y despejar la cabeza era de esos momentos de abstracción que necesitaba con urgencia.

Justo hoy era uno de esos días. Estábamos por llegar a la esquina de su piso cuando lo vimos a Diego, parado en la puerta del edificio. Al ver que nos acercábamos se empezó a reír después de comparar mi deplorable estado con una Juli que estaba, mínimo, para 1K más. Más allá de mi vergüenza, acepté pasar a tomar unos mates y darme una ducha, agradeciéndole a la vida por haber cruzado a estas hermosas personas en mi camino.

Así pasó la tarde, entre charlas y risas, hasta que en un momento, fue él quien me dejó muda cuando me preguntó:

- Y vos, ¿qué onda con Pablito?

- ¿Qué onda de qué? ¿De qué hablás?

- Nada, eso. ¿Hay onda?

- Eh, no! ¡Nada que ver! Sos boludo, ¡qué onda va a haber si apenas lo conozco!

- Ah pero eso significa que si lo conocieras más, ¿saldrías con él?

- ¿Por qué me preguntás eso?- Le respondí con un nerviosismo que hizo que me temblara la voz. Por suerte, Juli volvía de la cocina con el termo recién cargado, excusa que aproveché para cambiar de tema y seguir hablando de la convocatoria de la Selección y el Mundial Sub 17. Sin embargo, Diego no dejaba de juzgarme con la mirada como si tratara de adivinar lo que estaba pensando. Lo que me faltaba, que éste quisiera emparejarme con su amigo.

Redamancia O.S de Pablo Aimar ☆☆☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora