Capítulo tres: Lazos quebrantables

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William Benont...

Sus días en Elean eran la solución para que la pérdida de su madre dejara de dolerle. En sus días de luto, lo que más aligeraba su pesadumbre, era la compañía de sus amigos, quienes lo acompañaron por un corto periodo de tiempo antes de volver a sus vidas. Sin embargo, lo que hizo desaparecer su dolor, fueron las cartas de Belle, las cuales llegaban cada semana, cada una preguntando por su estado, contándole de todo aquello que quería hacer con él y cuánto anhelaba acompañarlo. En algunas cartas incluía líneas de sus libros favoritos y páginas de sus bitácoras; las cuales él apreciaba, porque sabía la importancia que tenían para ella, ya que eran una representación de su pasión y esfuerzo, que algún día el príncipe esperaba vieran la luz y el sueño de Belle se volviera realidad.

Todos sus esfuerzos por reconfortarlo le dieron ánimos y fuerzas. No obstante, desde el fallecimiento de su madre, no sentía más que un vacío, donde las canciones de cocina ya no volverán a sonar, donde su violín no volvió a tocar. La ausencia creaba oscuridad, como un recordatorio de lo que la misma podía hacer.

Ahora que estaba ante la presencia de sus amigos, sentía que por fin volvía a vivir y nuevamente su compañía aliviaba el dolor de la pérdida.

—Lazlo y Belle son idénticos. —murmuró William a Adam, mientras que la princesa sonreía y hablaba con el príncipe elfo en élfico.

La princesa siempre había querido aprender todo cuanto pudiera de los seres vivos en Ballora, así que había dedicado años de su vida a aprender élfico. Belle intentó enseñarle a William, pero él se dio por vencido después de dos años, ya que la única razón por la que lo comenzó a aprender, era por ella, porque le movía el corazón ver cómo le enseñaba y se emocionaba por lo que había aprendido.

—¿No debería usted entenderlo? —preguntó Adam, cuya vista se encontraba fija sobre Belle.

—Sabes que no sé nada.

Lo cual no era mentira, ya que las únicas palabras o frases que podía deducir eran: "¿Algo que hayas descubierto?" "Elementos" y "No estoy lista". Frase que desconcertó al príncipe.

William sonreía al ver a sus amigos reunidos, era como si el tiempo no pasara y no hayan vivido sus vidas tan alejadas de cada uno de ellos. Aunque el príncipe debía admitir que sus relaciones sí habían cambiado con el tiempo, porque nada permanecía igual siempre. Por ejemplo su relación con Adam, que a pesar de ser estrecha, cambió por las formalidades de sus puestos, aunque siempre que se presentaba la oportunidad, ambos actuaban como si nada nunca hubiese cambiado.

Desde su perspectiva, su relación con Belle había sido la que más había cambiado, aunque no necesariamente por ambas partes, sino más de William hacia la princesa.

Unos pasos fuertes y firmes hicieron callar a quienes hablaban y dieron paso a la imagen de quien podría ser una de las personas- más bien elfos- más intimidantes que podían existir, el rey elfo: Rowan. Desde que el príncipe tenía memoria, el rey siempre ha lucido igual, larga melena blanca como la nieve que cae en el Bosque del Invierno Eterno de Valerian, ojos plateados como el filo de una espada, con semblante frío y serio como un témpano. Vestía largas túnicas blancas que lo hacían parecer el invierno andante. Belle dio algunos pasos hacia atrás ante la entrada del monarca. Aquello le recordó a la vez en la que Lazlo perdió en una batalla contra Adam y el rey de hielo lo reprendió tan severamente, que Belle se escondió detrás de William.

Siempre le había causado miedo a la princesa, pero él siempre se mostraba serio e imponente para darle seguridad a Belle. El príncipe dio un paso hacia adelante, para estar cerca de la princesa y le puso su brazo detrás de la cintura. Belle respingó por un segundo y después se acercó un poco más al él.

La Marca de la HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora