Capítulo trece: Plan fallido

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William Benont...

Se encontraba caminando hacia el río Gia, el cual dividía a las ciudades de Candium y Metra. Llevaría a cabo la estrategia de Adam de salvaguardar la seguridad del reino. El plan inicial era que Adam posicionara las tropas. No obstante, tras el incidente en la capital de Elean, el rey exigió que su amigo se quedara en el castillo para cuidar de la princesa. A pesar de que eso ya hubiese sucedido hace unos días, no dejaba de sobrepensar en ello. Cuando la princesa llegó al castillo, estaba completamente paralizada, su mirada perdida y por más que le preguntara qué pasó, no podía articular palabra alguna más que "disparé". Inmediatamente William comenzó a cuestionar a Adam sobre lo que pasó, mientras que llevaban a Belle a la enfermería, donde fue atendida por Lazlo. Su amigo le contó sobre los hombres encapuchados y el humo negro. Le contó sobre cómo aquel ente hizo anochecer en la capital
—Eso solo lo puede hacer un Dios. —murmuró el príncipe mientras que las palmas de Lazlo brillaban verde sobre la frente de la princesa, intentando sacarla del estado de shock.
—William, esto está yendo más allá de nuestro control —Adam no alzaba la voz y aún así podía escuchar la desesperación en su tono —. Primero el castillo, ahora la capital, ¿qué haremos?
La pregunta resonó en el vacío de su interior. La escuchaba como un eco, el cual se hacía cada vez más lejano. Había intentado toda su vida ser el príncipe perfecto, no tener miedo y ahora que se encontraba en esa situación, donde no sabía qué hacer y donde todo estaba yéndose por un camino oscuro sin escapatoria; no pudo evitar sentir miedo y sentirse imperfecto. No podía hablar, abría la boca y la cerraba. Podría llorar de lo culpable que se sentía de que algo malo le hubiese pasado a Belle:
—Lo único que podemos hacer es llevar a cabo tu plan y doblar la seguridad. Me temo que esto ya no está en nuestro control. —al parecer la respuesta del príncipe no le agradó, puesto que con furia salió de la habitación.
No importaba cuánto intentara ser perfecto, nunca lo lograría. Estaba plagado de miedo desde que su mamá se fue. Justo ahora, todo el plan de Adam recaía sobre él e intentaría todo lo que esté en su poder para llevarlo a cabo. Just se encontraba a su lado izquierdo y al derecho, se encontraba el general de Meilor, quien había sido su mentor por años, antes y después de la muerte de su madre.

—Me gustaría ver cuánto ha progresado, su majestad —habló el general de Meilor —. Adam reiteró en su visita a la nación que ha tenido un avance considerable.

—Podría decirse, pero aún no llego al mismo nivel que usted. —esperaba que la respuesta lo disuadiera de continuar con aquella conversación.

—¿Qué va? Ya estoy viejo, nunca va a haber algo mejor que el espíritu de un joven.

No obstante, William sabía que no había mejor elemental de agua que él. Aún a su avanzada edad podía hacerle frente a Just y posiblemente a toda la tropa de elementales que lo acompañaban. Hasta cierto punto, él podía hacerle frente a Caen.

—Si usted lo dice, maestro.

Le guardaba profundo cariño y respeto. Cuando era niño lo llegó a considerar como un segundo padre, al igual que Just.

Llegaron al río. El sol lanzaba destellos como cristales. Todo estaba completamente rodeado por el bosque, con un único camino de piedra que los conducía a través del país. Era peligroso adentrarse en el bosque solo, nadie sabía de los peligros que acechaban entre sus raíces. William bajó de su caballo, seguido de ambos generales. El príncipe le había dicho a Belle que solamente implementaría guardias en el río, no obstante, era algo más que eso.

—Es muy probable que haya un ataque en la frontera. —dijo Adam sin apartar la vista del mapa en el centro de la sala de juntas.

—¿Por qué piensas eso? —le preguntó Lazlo, quien los acompañaba. Habían decidido dejar a Belle permanentemente fuera de todo ese tema de guerra.

La Marca de la HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora