Capítulo doce: El fuego de Elean

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Belle Amelie...

El elemento que más le aterraba era el fuego. Había visto a su padre quemar la sala del trono después de que un barco mercante se perdiera navegando hacia Kaija. El país al otro lado del Mar Mira, ha sido un misterio en cuestión política, se conocía poco sobre su estructura a profundidad. El tatarabuelo de Belle había sido quien navegó por primera vez a aquel país y escribió en su diario de campo lo que había visto. Desde aquel viaje, se habían establecido rutas mercantiles entre Ballora y Kaija. No obstante, ninguno de los líderes de los reinos, han conocido al gobernante de Kaija.

Al quemar la sala del trono, la princesa había quedado atrapada entre el fuego. Sin embargo, el fuego no la había consumido. Ninguna quemadura cruzaba su piel, algo poco común en los elementales, ya que aunque puedas controlarlo, no puedes evitar que fuego te queme en un descuido.

Desde entonces tenía miedo de esas lenguas rojas.

El general de ojos dorados, se encontraba frente a ella, mirándola estoicamente:

—La respiración es la base del fuego —la princesa intentó no concentrar su atención en la quemadura que atravesaba su mirada —. El elemento del aire y el fuego se relacionan entre sí, es un balance entre ambos.

Colocó sus puños sobre la cadera, como mostraba el general.

—Si no puede controlar su respiración, no podrá controlar el fuego.

Cerró los ojos, intentando enfocarse en cómo sus pulmones se llenaban de aire y circulaban todo su cuerpo. Intentó no pensar en ese día del incendio, ella podría controlar el fuego y este no la quemaría. Frecuentemente había pensado que el hecho de no haber terminado consumida en el fuego, era una casualidad. Sintió su cuerpo temblar y por más que respiraba, no lograba detener los espasmos que sacudían cada extremidad de su cuerpo.

El fuego de Caen.

La voz en su cabeza habló, sin embargo, no era la suya la que hablaba. Imágenes de cosas que nunca había visto antes se arremolinaron en su mente: un hombre de largo cabello negro con una flama en la mano, unos ojos de réptil que parecían quemar su alma y una sombra negra con aspecto conocido. Escuchó gritos incesantes y no podía parar, aquella voz no callaba.

Entre las paredes la respuesta está. El que ha vivido lo suficiente para recordar y los ojos color escarlata.

Abrió los ojos súbitamente, con el cuerpo entumecido y la respiración agitada. Había comenzado a llorar.

—Lo siento, general —habló rápidamente —. Debo de retirarme.

Antes de que siquiera hiciera una reverencia, ella salió corriendo, pasando a un lado de Adam sin oportunidad de que la detuviera. La princesa ni siquiera tenía idea de a dónde iba y su visión se veía nublada por aquellas imágenes. Observó al rey elfo, quien parecía diferente, más jóven si eso era posible, a un pequeño niño de cabellos rojos. Sin embargo, la imagen que más se repetía era el hombre de cabello negro. Lo había visto antes, la princesa estaba segura.

Al llegar a la biblioteca, azotó las puertas y las cerró con seguro desde dentro. Escuchaba los fuertes golpes de Adam al otro lado. Eran como tambores de guerra, un sonido que le parecía tan familiar ahora aunque nunca lo había escuchado antes en carne propia.

Subió las escaleras a la estantería que se encontraba al fondo de la habitación.
Sin pensar demasiado tomó el libro de cuero azul y al abrirlo, buscó frenética la imagen que había visto en su cabeza. El libro casi se le resbala de sus manos y ahí fue cuando encontró la imagen que había visto.

El rey elegido, Elean.

—No lo entiendo. —murmuró, consumida en el llanto.

***

La Marca de la HerederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora