Capítulo 4

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A Harry le pica la nariz.

Somnoliento, la arruga y frunce sin abrir los ojos, pero pronto se hace claro que la molestia está resistiéndose a ser desalojada, se obliga a abrir los ojos.

"¿Qué quieres?" pregunta cansadamente, parpadeando miopemente a los pequeños ojos negros y la lengua serpenteante que continúa rozando su nariz, incluso cuando ya está claramente despierto.

"Tienes tantos olores", contesta Frank. "Muchas personas".

"Si... ¿pero no podías haber esperado tal vez hasta que me despertara para lamerme?" se quejó Harry, golpeando la cabeza de Frank lejos de su cara hasta que se retiró, descontento, a la almohada vacía de Draco.

"No estaba lamiendo" dice la serpiente con desdén. "Solo te estaba haciendo compañía. Creo que deberías estar agradecido por una compañero tan decorativo".

Harry se rio, su irritación disolviéndose en el aire frío. "Por supuesto. ¿Por casualidad sabes dónde está mi otro, eh, compañero decorativo?"

Frank descansó enroscado con tal exasperación que Harry no pudo evitar pensar que habría suspirado y alzado una ceja si fuera posible. Y si tuviera cejas.

"Abajo, haciendo más olores..." la lengua negra parpadeó en demostración. "Obviamente".

Harry se enfurruñó por ambos, la información en sí y el insulto velado, pero cuando olisqueó el aire y detectó café fresco, tocineta y tostadas junto a otros olores que hacían agua la boca, entendió.

Sin embargo, pensó, saliendo de la cama y buscando un par de indefensos jeans, alguien debería enseñarle a esa serpiente algunos modales.

Más tarde.

Por ahora, necesitaba comida, cafeína, y tiempo para procesar, probablemente en ese orden, porque a pesar de que definitivamente no tenía resaca, su cabeza estaba llena de imágenes, colores, arrebatos de sonido, y débiles nuevos recuerdos girando y que agitaban su corazón, y lo dejaban desequilibrado al mismo tiempo.

"Toma el camino desconocido ahora", murmura a su reflejo y mete una camisa de mangas largas sobre su cabeza, se coloca sus anteojos y agita su desordenado cabello. "Un giro. Lo hizo. Con un demonio, lo hizo".

"¿Qué estás murmurando?" le exigió el espejo molesto. "Y no maldigas".

Harry observó sus propios ojos, brillantes y confundidos, apenas escuchando el regaño. "Supongo que la verdadera pregunta es... ¿Dónde está mi pez púrpura?".

"Me voy sin ti", le avisa Frank desde el fondo de la cama, y antes de que Harry haya respondido, desaparece por el marco de la puerta y se encamina a las escaleras.

Harry suspira y lo sigue antes de que el espejo le ofrezca otra de sus opiniones.

"No tengo nada para ti", está diciendo Draco, mirando la cabeza curiosamente ondulante de Frank y blandiendo una espátula. "Esta tocineta es muy cara y las tostadas se pueden quedar atascadas en tu tonto sistema digestivo".

Harry se recostó en el mostrador y los miró a ambos en silencio. Frank está claramente gorroneando, inclinando su cabeza de un lado a otro y enrollándose sobre sí mismo atractivamente a los pies de Draco, y Draco luce... Harry tragó con la garganta seca. Vestido sencillamente, pero sin lugar a dudas, en unos terriblemente costosos jeans oscuros y un suéter verde claro; irradia calidez y contento, y sus rasgos angulares están mostrando una sonrisa genuina de ojos claros, que produce un tirón en Harry sin su consentimiento.

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