Capítulo 8

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Hay un sonido extraño otra vez.

Lo había oído unos minutos atrás y había decidido que era parte de su sueño, pero ha regresado. Sin la voluntad para abrir sus ojos en lo que se siente como una hora no apropiada para socializar, apenas gruñe y pone su almohada sobre su cabeza para rechazar el sonido molesto que continúa de algún lugar cercano a su oído izquierdo.

"Draco", murmura a través de un bostezo, "¿qué diablos estás haciendo?"

Cuando no hay respuesta después de un momento, Harry baja su almohada y extiende un brazo, tocando las frías sábanas con dedos lentos. Está solo.

Esquelch, Esquelch, trrrp, sigue el sonido. Irritado y confuso, los ojos de Harry se abren y se apoya en un codo para ver el tomate vibrante y brillante mirándolo. Bastante literalmente, de hecho, este tomate tiene un solo y abultado ojo que lo está mirando con reproche.

El odioso reloj alarma en forma de tomate fue un regalo de Al en su cumpleaños. Suena a las seis de la mañana cada día laboral para que Harry pueda arrastrase a su oficina, trabajar duro en su papeleo, y tener la esperanza de salir a una hora medianamente razonable. Con el corazón martilleando, Harry mira a través de las brechas entre sus dedos las franjas de cielo oscuro en la ventana. Toda la ropa colgada en una silla en su lado de la cama y está en la colcha que Molly Weasley les hizo a él y Ginny por su doceavo aniversario de boda.

Ha vuelto. Piensa. Al menos, piensa, ahora sabe dónde está, pero cuándo está por verse.

"Boris, hijo de puta", murmura hacia el techo, frotándose los ojos y preguntándose qué es lo que se supone que tiene que hacer ahora. Está tratando con fuerza de no pensar en haber dejado su nueva vida atrás y no se ha permitido considerar qué es lo que va a hacer ahora que el viejo desgraciado ha terminado de joderle la vida.

Y ahora, aquí estaba, en su habitación que no se siente más como si lo fuera, levantándose a media noche para hacer un trabajo que odia. Y Draco está... oh, Dios, Draco. Harry cerró sus ojos otra vez y se mordió los labios mientras algo se rompe en su interior. Su estómago, que ahora parece haber regresado, está moviendo sin parar hasta que sus ojos le escuecen y su boca está llena de saliva.

"Esto no puede estar pasando", se dice a sí mismo una y otra vez. "Esto no puede estar pasando".

Abrumado, respira profundo, se pone una mano en la boca y se rueda hacia la orilla de la cama y se pone de pie hecho un desastroso y doloroso montón. Llega al baño justo a tiempo.

**~*~**

Algunos minutos después, se pone de pie, deja que la evidencia de su falta de control se vaya, y se arrastra hacia las frías cerámicas del lavamanos, donde moja su cara con el agua y mira con mudo horror su cansada y demacrada apariencia. Su cabello es un desastre, pero no en la deliberada y cuidadosa forma en que se había acostumbrado, la forma que le quita años a su rostro. Está en todos lados como si no le importara un carajo, necesita una afeitada terriblemente y sus ojos lucen pesados y con ojeras.

Se pregunta si es así como siempre ha lucido, y cómo es que nunca lo notó. Las apariencias están lejos de todo, lo sabe, pero el hombre regresándole la mirada, mientras suspira y se agarra de la orilla del lavamanos, luce triste.

Dándose cuenta de que no puede mantenerse pensando '¿qué diría Draco?' todo el tiempo, quita la mirada del espejo; la fría y aguda avalancha de emociones de 'qué hago ahora' está amenazándolo con tirarlo abajo y enterrarlo, y es más de lo que puede manejar. Traga fuerte, luchando con las persistentes náuseas, poniendo el ritmo de su respiración bajo control. Está aquí ahora, está... en casa, supone, incluso cuando algo discordante se estremece en su pecho al pensarlo, y justo ahora, si lo que tiene hacer es meter toda su locura en una caja y encerrarla con llave hasta que esté listo, pues al demonio, tendrá que hacerlo.

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