IV ⚛ Una fiesta, un boxer robado y un beso equivocado ⚛

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Bien dice que cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta. Y ese dicho le aplica muy bien a Donovan.

Había salido a buscar a Thomas al aeropuerto y luego de dejarlo en casa de sus padres me había encontrado con la sala vacía y una gran cantidad de botellas de vodka, tequila y otros licores en la barra americana.

-¿Qué carajos se supone que haces? -le pregunté a Donovan apenas me lo crucé llevando un florero a una de las habitaciones de la planta baja.

-Una fiesta ¿no es obvio? -señaló la sala vacía -¿Me ayudas? Me falta guardar poco y las personas no tardarán en llegar.

-Tú haces la fiesta, tú guardas todo, tú limpias el desastre y por supuesto TÚ vuelves el lugar a como estaba antes. -lo señalé, dejando en claro que yo no pensaba hacer nada.

Un resoplido salió de sus labios y luego las palabras:

-Para tener veintiún años pareces un anciano en el cuerpo de un chico joven.

Le dejé seguir guardando cosas y subí a mi habitación. No es que fuera un asocial que pasaba de ir a fiestas, al contrario, me gustaba divertirme un rato con mis amigos pero no cuando la fiesta se hacía en la que de momento "es mi casa" porque seamos sinceros, hay que tener muchas ganas de festejar nada para dejar que un montón de gente vuelvan la sala y el patio trasero un basurero y luego cargarse la responsabilidad de limpiar todo.

Y no, yo no iba a limpiar nada.

Estuve encerrado un par de horas con el pestillo de la puerta pasado. Estos chicos creían que la casa hoy funcionaba como motel porque cada tanto había alguien intentando abrir mi puerta y al no conseguirlo les oía decir que irían a algún baño, o en el peor de los casos, oiría a alguien sugerir hacerlo en la piscina.

Dejé de ver por la ventana cuando sentí mi teléfono vibrar en el bolsillo de mi pantalón y al comprobar que era Thomas quien llamaba decidí bajar en su búsqueda.

Me fue difícil encontrarlo entre tantos chicos regados por doquier pero cuando por fin di con él nos fuimos a la barra por un trago. Tomé dos latas de cerveza de una hielera bajo la barra y abriéndonos pasos entre los chicos que estaban bailando en la sala logramos llegar al patio trasero.

El lugar estaba un poco más vacío que el interior de la casa, pero solo un poco porque aún así habían varios grupitos reunidos cerca de la piscina o de la caseta y una que otra pareja aprovechando las esquinas oscuras para meterse mano.

-¿No has ligado con alguna chica en toda la fiesta? -preguntó mi mejor amigo antes de darle un sorbo a su cerveza.

-He estado todo el rato encerrado en mi habitación evitando que alguna pareja entre y follen en mi cama.

-El Alan de dieciocho era todo un don Juan en las fiestas ¿qué le sucede a tu yo se veintiuno? ¿Se oxidaron tus encantos? -se burló.

-Te aseguro que mis encantos siguen igual que antes, es solo que no voy a ligar con nadie en esta fiesta, no cuando estuve a esto -junte el pulgar y el índice dejando solo un pequeño espacio entre ellos -de que me hicieran papá a base de mentiras, que sé yo con que loca puedo estar tratando aquí.

Una lata de cerveza tras otra y luego vasos de vodka fueron pasando por nuestras manos hasta que había perdido la noción del tiempo, y con ello, a Thomas de mi lado. No sé a dónde carajos se había ido pero estaba lo suficientemente mareado como para ir a buscarlo.

Dejé el vaso vacío sobre una de las mesas del patio y me adentré a la casa nuevamente, haciéndome espacio sobre el montón de adolescentes logré llegar a las escaleras y subir hasta mi habitación, en el camino había más de una pareja besándose y otros saliendo de algunas habitaciones que habían quedado abiertas al parecer, cuando llegué a la mía abrí con cuidado solo deseando meterme a la cama y dormir un rato, pero vaya sorpresa la que me llevé, había alguien hurgando en mi clóset.

La versión de AlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora