V ⚛ El plan comienza a fallar ⚛

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Bajaba las escaleras a paso lento, la ducha me había servido bastante para volver un poco a la vida después de todos los tragos de anoche.

Y los besos, Johnson, acuérdate de los besos...

Barrí la mirada por todo el lugar encontrando vasos por doquier, botellas vacías en la barra de la cocina y en algunas mesas de la sala, por suerte y ya no había personas en la casa, bueno, a excepción de Donovan que estaba tirado en el sofá con una bolsa de papas fritas en el pecho y una de las manos colgando hacia el piso.

Llegué a su lado y sin importarme despertarlo tiré del cojín que usaba como almohada, de inmediato se despertó soltando un par de maldiciones y al sentir la bolsa sobre su regazo empezó a comer las papas que quedaban. Todo sin abrir los ojos.

—¿Qué hora es? —preguntó adormilado.

—La 1:15 de la tarde —respondí después de ver la hora en mi reloj.

Tomé una copia de las llaves de la casa y abrí la puerta para marcharme pero apenas salí la voz de Donovan me detuvo.

—¿A dónde vas?

—Iré a almorzar en casa de los padres de Thomas.

—Yo quiero ir, deja me baño y me voy con... —no había terminado de hablar cuando ya había cerrado la puerta. Lo conocía bien y sabía que esa era su treta para librarse de limpiar la casa y de que yo lo ayudara cuando volviéramos.

Y le tocaría hacerlo solo porque ya la noche anterior le había dejado claro que yo no iba a limpiar su desastre, literalmente.

Subí a mi auto y de inmediato lo puse en marcha. La casa de los padres de Thomas no estaba muy lejos, quizás a unos diez o quince minutos, todo dependiendo del tráfico. Antes me detuve en una pastelería a comprar una tarta de arándanos, sabía que era la favorita de Lilly, la madre de Thomas, pues recordaba muy bien cuando iba de visita con mi madre y ella solía prepararla para el postre.

Cuando estacioné en la acera la puerta de la casa se abrió de inmediato dejando ver a una mujer alta y flaca, de cabello casi grisáceo por la edad; pero aún así muy elegante cómo solía serlo desde que mi madre la conoció.

—Querido, ya estaba empezando a creer que no vendrías. Pasa por favor, que se enfriará aún más la comida. —luego de estrecharme entre sus brazos se hizo a un lado dándome paso.

Le entregué la tarta y complacida la dejó en el comedor junto a lo demás preparado.

En el sofá de la sala estaba mi mejor amigo junto a Roger, su padre. Estaban entretenidos viendo a Aaron Judge  hacer un home run en el séptimo inning cuando de pronto la TV se apagó. Era Lilly quien había sido la responsable.

—Vamos a la mesa, luego terminan de ver el juego —los hombres se levantaron de mala gana e hicieron lo que ella pedía.

Nada había cambiado aquí, salvo el color de las paredes. De resto el ambiente seguía siendo como en mi infancia, acogedor, familiar.

Tomé asiento al lado de Thomas, a mi derecha en el extremo de la mesa estaba su padre y frente a mí, su madre. El almuerzo fue ameno y bastante entretenido con la conversación con los padres de mi amigo. Hacía tanto que no disfrutaba de esto, antes solo era yo; sentado en la barra de la cocina o en el sofá frente a la televisión, solo, y ahora se siente como volver al pasado a dónde todo era un poco mejor.

—¿Qué te hizo volver a casa después de dos años fuera? —preguntó Lilly intrigada, la tarde anterior solo me había visto de pasada cuando traje a su hijo del aeropuerto, por eso habíamos quedado de almorzar juntos hoy para ponernos al día de todo.

La versión de AlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora