MI ÚLTIMO PECADO

[8] ¿Es una broma?

LILITH.

Salgo con una furia contenida de la oficina del que es mi supuesto jefe pero más bien parece mi verdugo.
Juro que este hombre solo tenerlo cerca me desespera, está un ser tan insoportable que se cree el dueño del mundo

Bien que te gustan así.

Cállate maldita, ahorita no estoy para tus bromitas. Llegó a la cafetería y pido un café con dos de azúcar para poder sobrellevar lo que resta de trabajo, se que es muy inusual tomar café a esta hora pero lo necesito para recobrar energías.

Llegó a la oficina y veo que Scar no se encuentra ahí, tal vez salio a comer porque ya casi es la hora de la comida pero ha decir verdad no quiero comer nada, así que decido leer y ponerme al corriente con los documentos que don antipático me dió, pero no logro concentrarme.

Ha decir verdad me siento estúpida por no leer bien el documento y firmar todo sin ningún problema, literalmente le pertenezco como un simple objeto a don antipático y es ahí cuando recuerdo la discusión en su oficina.

»Flashback«

— ¿Me está diciendo que le pertenezco?

El me ve divertido y toma una pose aún más relajada.

— Bueno, no quería que sonará así pero sí, mientras usted trabaje conmigo su tiempo y toda usted me pertenece. — me mira de pies a cabeza y lo dice con un aire de superioridad, egocentrismo y con una maldita sonrisa ladina, que solo se lo quiero borrar con un golpe; cuando vuelve a hablar. — Ah, se me olvidaba decirle que así mismo en el contrato que firmó dice que no puede tener relación alguna; que la distraiga de sus labores, para que me entienda que no puede tener novio.

Eso último lo dice con una gran despreocupación y restándole toda la importancia que puede tener.

— Es una broma, ¿Cierto?

Le pregunto tontamente, con la esperanza de que solo me este jugando, pero solo recibo de su parte una carcajada, verlo así me hace fruncir el ceño, este imbécil se está burlando de mí y en mi cara.

— ¿Le es muy divertido está situación, no?, Esto debe ser una puta broma, yo leí todo; esto debe ser una confusión.

— Cuide su vocabulario señorita White, pero le daré un consejo— toma un bolígrafo y juega con el mientras continúa su estúpido consejo. — Lea cada punto del contrato o bueno intérprete mejor que es un poco distraída para ser tan inteligente y bonita.

Dios, es que este hombre me va a volver loca, es un reverendo hijo de puta.

Y a nosotras nos gustan los que son así. No sé que le vez de malo pertenecerle a él un tiempo, por mi no hay problema.

Tomo un respiro y maldigo a mi conciencia porque tiene toda la maldita razón pero no es momento para esto.
Tengo que contar hasta 10 para no explotar en contra de él, pero hace de todo para que lo quiera ahorcar.

— Señor Adriel, usted tiene un humor demasiado negro y los chistes que hace no son nada chistosos, así que déjese de estos juegos tontos y dígame lo que realmente necesita.

Solo puedo escuchar su estruendosa carcajada por segunda vez, y ha decir es una risa ronca, sexi y muy varonil que hace que se me erice la piel, no puede continuar mi molestia si el se sigue riendo así, pero recuerdo que se está riendo de mí y eso me hace molestar más, soy su burla, el maldito.

— Deja de joderme, ya me harté de está puta broma.

Explotó al fin y me levanto de golpe de la silla donde estaba y comienzo a caminar de un lado para otro para continuar, pero él al ver esta reacción y como le he hablado borra su estúpida sonrisa y se levanta de su silla y comienza a acercarse peligrosamente hacia a mí, y yo voy retrocediendo poco a poco de su cercanía pero de un momento a otro me encuentro acorralada entre la pared y sus brazos; uno sujeta firmemente mi cintura y el otro de encuentra a la altura de mi cabeza.
Comienzo a ponerme nerviosa, es que vamos, quien no se pondría nerviosa si tu jefe te acorrala así, entre abro mis labios y el se fija en ese gesto; y relame los suyos, no lo sé pero quisiera besarlos, veo que se acerca a mi cuello y hace un recorrido con la punta de su nariz que me hace estremecer, para luego subir al lóbulo y susurrarme algo.