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—Padre. —Adrien se sentó en la silla frente a Gabriel.

—Buenos días, hijo mío.—Gabriel tomó su taza de café—Me alegra desayunar contigo. ¿A ti no?

—No sabes cuánto.—el rubio respondió con sarcasmo.

—Qué bien, he estado muy ocupado, y cómo has estado triste por lo de Gorila decidí que pasaremos el día juntos. Nathalie te debió informar.

—Sí, padre. Has pospuesto todas mis actividades.

—Perfecto, porque también hablaremos de un asunto. En un mes serás legalmente un adulto pero sabes que siempre serás mi hijo y me preocuparé por ti. ¿No?

Adrien entrecerró los ojos, sus sospechas de que su padre le diría algo no muy agradable se estaban confirmando.

—Recuerdas que hace tiempo hablamos sobre la universidad y querías ir a la Universidad de Londres pero yo te dije que no estaba de acuerdo y era mejor considerar otras alternativas...

—Creo que esa es una decisión que me corresponde a mí, pero como tu hijo agradezco tu preocupación.—Adrien lo interrumpió.

Su padre había tomado muchas decisiones sobre él sin importar su opinión y había aceptado sin importar cuánta oposición pusiera en un primer momento, pero esta vez no lo permitiría.

—Adrien, te equivocas. Mi deber como padre es aconsejarte y guiarte, y creo que lo mejor es que continúes con la universidad en casa.

—¿Qué?—Adrien apretó la mandíbula—Nunca se me permitió ir a la escuela y no sabes cuánto deseé ser un niño normal y convivir con chicos de mi edad. Has controlado cada paso que he dado, pero no lo harás por siempre.

—Adrien, me parece que debes tranquilizarte. —Gabriel intentó colocar la mano sobre la de su hijo.

—No. Tú debes entender que no viviré toda mi vida contigo—Adrien aventó la mano de su padre—¿Universidad en casa? ¿Es enserio? Por alguna razón me quieres tener aislado del resto del mundo y me sacas sólo cuando tú quieres.

—Todo lo que he hecho es para protegerte. No dejaré de hacerlo porque cumplas 18 años. ¿Quién te dijo que a los 18 ya eres un adulto? Por favor...

—Para volverse adulto debo tomar mis propias decisiones. No lo haré sino me dejas.—Adrien respiró profundo y trató de hablar calmadamente.

—La universidad en casa puede ser una gran opción, hay muy buenas universidades en línea y yo te pagaré la mejor.

—Padre. ¿Por qué? ¿A qué le tienes tanto miedo para actuar así?

—Al mundo, hijo. Y ya tomé la decisión y como eres alguien inteligente me darás la razón y harás lo que yo digo. —Gabriel acarició con el pulgar el anillo plateado en el dedo anular de su mano derecha.

Adrien quería contestar una vez más, quería confesar que tenía un correo electrónico que le informaba ser seleccionado para estudiar en la Universidad de Londres...pero agachó la cabeza y asintió.

—Está bien, padre.

—Sabía que entrarías en razón.

Adrien tomó el tenedor y pico los pedazos de melón frente a él, para disimular las ganas de llorar. ¿Qué le sucedía? ¿Por qué cada intento de rebeldía siempre se veía frustrado?

¿Qué poder tiene mi padre sobre mí?, se preguntó al no encontrar explicación.

—He decido que veremos películas y por la tarde te tendré una sorpresa.

Mi Pequeño Secreto (Lukadrien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora