El rugido del océano llenaba los oídos de Krimson mientras el barco mercante se balanceaba al ritmo de las olas. Estaba escondido entre las cajas, agachado en la penumbra del almacén. El sonido de las botas sobre la madera y las voces de los marineros eran lo único que rompía el silencio de la noche.
—¡Prepárense para desembarcar! —gritó el capitán desde la cubierta.
Krimson contuvo la respiración. Sabía que este era su momento. La guerra civil que asolaba su tierra natal lo había obligado a tomar decisiones desesperadas, y ahora se encontraba en un barco rumbo a un destino desconocido. Todo por una oportunidad de empezar de nuevo, lejos del caos y la violencia.
El barco atracó y el ruido de las grúas comenzó a llenar el aire. Krimson se deslizó fuera de su escondite, manteniéndose en las sombras. Observó cómo descargaban las mercancías, esperando el momento oportuno para mezclarse con la multitud y escapar.
—¡Oye, tú! —Una voz fuerte lo hizo detenerse en seco. Krimson se giró lentamente, encontrándose con un marinero corpulento que lo miraba con sospecha. —¿Qué haces aquí?
—Yo... —Krimson buscó una excusa rápidamente—. Estaba buscando algo que perdí.
El marinero frunció el ceño, claramente no convencido.
—No pareces parte de la tripulación. ¿Eres un polizón?
Antes de que Krimson pudiera responder, una figura se acercó con gracia desde la oscuridad. Era una mujer de aspecto sereno, vestida con una túnica blanca que emitía una luz suave.
—Él está conmigo, —dijo la mujer, con una voz que irradiaba calma y autoridad.
El marinero la miró, reconociendo inmediatamente su divinidad.
—Diosa Astrea, no sabía que...
—Está bien, —lo interrumpió ella suavemente—. Este joven está bajo mi protección.
El marinero asintió, aún desconcertado, y se retiró rápidamente.
Krimson miró a la mujer con asombro.
—¿Quién eres? —preguntó, aunque en su interior ya conocía la respuesta.
—Soy Astrea, diosa de la justicia. Y tú, joven, pareces necesitar un poco de eso, —respondió ella con una sonrisa.
—Yo soy Krimson, —dijo él, aún desconcertado—. Vengo de un continente en guerra. Soy un... ladrón.
Astrea lo observó con interés, como si pudiera ver a través de su alma.
—Todos merecen una segunda oportunidad, Krimson. Orario puede ser ese lugar para ti, si estás dispuesto a cambiar.
Krimson asintió lentamente, agradecido por la oportunidad. Sin embargo, había algo en su interior, una sensación que no podía explicar.
—¿Por qué me ayudas? —preguntó, sintiendo la necesidad de entender las motivaciones de la diosa.
—Porque veo algo en ti, algo que ni siquiera tú mismo conoces todavía. —Astrea colocó una mano en su hombro—. Tienes un gran poder dentro de ti, uno que puede ser usado para el bien o para el mal. Depende de ti decidir cómo lo usarás.
Krimson la miró con incertidumbre.
—¿Qué poder? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Astrea lo miró con una expresión grave.
—Eres el Sekiryuutei, Krimson. Un ser con el poder de matar a un dios. Pero no te asustes. Aún puedes controlar tu destino.
Krimson sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había oído historias sobre el Sekiryuutei, un ser temido y odiado por los dioses.
—¿Por qué yo? —preguntó, su voz llena de desesperación.
—No lo sé, —respondió Astrea con sinceridad—. Pero lo que sí sé es que Orario será el lugar donde descubrirás tu verdadero propósito. Y estaré aquí para guiarte, si decides aceptarlo.
Krimson miró a la diosa, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza. Asintió lentamente, aceptando la ayuda que se le ofrecía.
—Gracias, —dijo, su voz firme—. Haré lo que pueda para cambiar.
Astrea sonrió, apretando suavemente su hombro antes de girarse y caminar hacia la ciudad.
—Bienvenido a Orario, Krimson. Tu nuevo hogar.
Krimson la siguió, con el corazón latiendo con fuerza. No sabía qué le deparaba el futuro, pero una cosa era segura: estaba listo para enfrentarlo.
Apariencia de Krimson:
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Danmachi: El Hijo Bastardo
FanfictionUn año después de una misión fallida que llevó a la casi extinción de la Familia Astrea, Krimson, un joven marcado por un pasado lleno de dolor y guerra, se encuentra luchando por encontrar su lugar en la vibrante ciudad de Orario. Después de perder...