Princesa de la espada: Aiz Wallenstein

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—Está creciendo a un ritmo exponencialmente rápido, pero esa mancha lo está retrasando — dijo Freya, recordando al Minotauro que enfrentó Bell.

—Solo los más fuertes son capaces de resistir los miedos de una verdadera aventura — dijo una voz varonil detrás de la diosa.

—Quiero que te encargues de esa mancha, Ottarl — ordenó Freya, su voz cargada de determinación.

Ottarl, el guerrero más poderoso de la Familia Freya, asintió en silencio, comprendiendo la gravedad de la misión que le encomendaban.

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Mientras caminaban hacia la iglesia abandonada, Bell no podía evitar sentir curiosidad por las orejas de Lili. Sin poder resistir, comenzó a juguetear con ellas, tirando suavemente.

—¡Bell-sama! — exclamó Lili, sonrojándose por la repentina atención.

—Lo siento, no tenía idea de que habías utilizado un hechizo de transformación — se disculpó Bell, apartando las manos.

—Sí. Así que nadie que me haya visto antes podrá reconocerme ahora. Si no me ven durante un tiempo, probablemente piensen que morí en la dungeon — respondió Lili con una sonrisa.

—Vaya, eso sí es interesante, especialmente considerando que los usuarios de magia de transformación son muy escasos. En tu caso, sería el camuflaje perfecto — comentó Krimson, mirando de reojo a Asami, quien por alguna razón había decidido acompañarlos ese día.

—Ya veo — dijeron Bell y Asami al unísono, sorprendidos por la revelación.

—¿Pero estás de acuerdo con esto? — preguntó Bell, preocupado.

—Sí. Mientras ustedes sepan quién soy, es suficiente para mí. Más importante, ¿ustedes están de acuerdo con esto? — preguntó Lili, sorprendiendo a Bell con su franqueza. —¡Los estuve engañando! Tomé ventaja de sus amables y valientes corazones y los traicioné. Si ustedes me perdonan de esta manera, yo...

—Por mí no hay problema, siempre y cuando no lo vuelvas a hacer — dijo Krimson, mientras disimuladamente trataba de ver el trasero de Asami.

—No pensé que caerías tan bajo... — resonó la voz de Ddraig en la mente de Krimson, con un fuerte tono de decepción. —Eres mejor que esto.

Krimson sintió una punzada de vergüenza, pero se obligó a mantenerse concentrado.

—No te preocupes por mí tampoco. Vamos, andando — añadió Bell, sonriendo para aligerar el ambiente, aunque esto solo hizo que Lili se sintiera aún más culpable.

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—Mi nombre es Liliruca Arde. Encantada de conocerlas — dijo Lili, presentándose formalmente frente a Hestia y Asami.

—Así que tú eres la soporte de la que tanto he escuchado hablar. Mis hijos me contaron todo sobre ti, especialmente Bell — dijo Hestia, con un tono que mezclaba curiosidad y un leve toque de desaprobación.

—¡Lo que ella dijo! Estoy cansada de que Krimson te mencione cada cinco segundos durante nuestros entrenamientos — añadió Asami, lanzando una mirada juguetona hacia Krimson.

—Iré a preparar algo de té. Oh, pero solo tenemos tres tazas — dijo Bell, mientras se dirigía a la pequeña cocina de la iglesia.

—¡Oh, no te preocupes por eso! Tú y yo podemos utilizar la misma taza — dijo Hestia, con estrellas en los ojos y un tono coqueto.

—Supongo que incluso usted hace bromas como esa, diosa — respondió Bell, sonriendo mientras se adentraba en la habitación subterránea de la iglesia.

Danmachi: El Hijo BastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora