Utopía de laberinto

20 1 0
                                    

Krimson y Bell lideraban al grupo a través de los oscuros pasillos de la dungeon. El ambiente estaba cargado de tensión; cada paso resonaba con eco, y la amenaza de los monstruos acechaba en cada rincón. Un Almiraj, con su pelaje blanco y ojos rojos, se lanzó hacia Krimson, pero Bell, con un movimiento rápido y preciso, cortó el vientre de la criatura, haciéndola caer inerte al suelo.

Antes de que pudieran relajarse, un Hellhound apareció, cargando un ataque de fuego en su boca. Welf, agotado y cubierto de sudor, reaccionó instintivamente.

—¡Ardan, magias oscuras! ¡Will o' Wisp! — gritó, extendiendo su mano hacia el Hellhound. Una ráfaga de viento oscuro sofocó el ataque del monstruo, haciéndolo estallar en pedazos.

El peso del cansancio se hacía evidente en todos ellos. Welf, apoyado en su espada, apenas se mantenía en pie, luchando por respirar y resistir el dolor que recorría su cuerpo. El agotamiento no era exclusivo de Welf; Krimson, Bell, y Lili también sentían la fatiga acumulada, tanto física como mental.

_______________________________

A varios pisos de distancia, un grupo de aventureros avanzaba a un ritmo impresionante. Ryuu, conocida como Tempestad, y Asfi lideraban la carga, eliminando a los Almiraj y Hellhounds con una facilidad que dejaba al resto del equipo asombrado.

—Son tan fuertes... — murmuró Chigusa, impresionada por la destreza de ambas.

—Los monstruos fueron eliminados instantáneamente, como si no fueran más que insectos — comentó Mikoto, sin poder apartar la mirada de la velocidad con la que Tempestad y Asfi se movían.

—Increíble — agregó Ouka, sintiendo una mezcla de respeto y asombro.

—Vamos, no nos quedemos atrás — dijo Tempestad con un tono decidido, guiando al grupo sin detenerse.

—Asfi Al Andrómeda... — murmuró Ouka —Una de las grandes creadoras de ítems de nuestra generación. Su título es la Omnipotente Perseo.

—Y ella... — añadió Chigusa, con la mirada fija en Tempestad.

—Es como el viento — respondió Mikoto, observando cómo Tempestad envainaba su daga con una gracia y agilidad inigualables.

Tempestad se detuvo abruptamente, señalando con la mirada los grandes escombros que bloqueaban su camino.

—¿Qué es esto? — preguntó, desconcertada.

—Un derrumbe, ¿Eh? — murmuró Ouka, mientras observaba a Tempestad escalar los escombros con agilidad.

De repente, un pequeño brillo llamó la atención de Hestia, quien se acercó rápidamente. Al levantar el objeto, se dio cuenta de que era una daga común, desgastada por el uso.

—E-Esto es de Bell... — tartamudeó Hestia, su corazón acelerándose con la preocupación.

Tempestad, desde su posición elevada, escudriñó el área y vio numerosas piedras mágicas esparcidas, junto con algunos tubos de pociones vacíos.

—Ya no están aquí — informó Tempestad, con la voz firme.

Asfi observó con pesar la escena antes de hablar: —Aquí perdieron la mayoría de su equipamiento y también sufrieron bajas. Dudo que estén vagando por la dungeon. Un equipo tan estúpido ya habría sido eliminado hace mucho tiempo —dijo, haciendo una pausa dramática—. Lo más probable es que se hayan dado por vencidos en volver a la superficie y estén dirigiéndose hacia la zona segura en el décimo octavo piso, ¿No lo creen? —su análisis sorprendió a la mayoría—. Hay muchos agujeros en el piso de la dungeon. Es mucho más fácil bajar que subir.

Danmachi: El Hijo BastardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora