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Pov's Tom Kaulitz

Escuche un vaso de vidrio romperse, no tengo el sueño tan profundo, siempre estoy pendiente de cosas. Me levanté y bajé las escaleras, prendí la luz, y ahí estaban dos de mis hombres tirados en el piso, muertos, habían sido brutalmente apuñalados, pero eso no me importaba, yo quería saber por qué un vaso de vidrio se cayó.

Me quedé parado analizando, hasta que llegó mi hermano bajando las escaleras bruscamente, asustado, nervioso, y molesto.

-Estefania, ¡No estaba a mi lado cuando me desperté!, Tom, ¡Las agarraron!- soltó mi hermano, Sofía tampoco estaba a mi lado cuando desperté.

Mi respiración se volvió agitada, voltee hacia todos lados, era imposible que hayan entrado a mi habitación o la de mi hermano, y el lo sabía, eran las más seguras.

Mi mirada se posicionó en un celular, corri hacia el, mi hermano me siguió, y era el teléfono de Sofía, lo sabía por su fondo de pantalla, era un fondo negro con verde, sus colores favoritos.

Mire hacia abajo, cada vez respiraba peor, estaba botando fuego de la furia que tenía, ahí estaba el vaso, ese que había sonado y que provocó que despertara.
Mi hermano Bill estaba en las mismas que yo, busco en el piso desesperado alguna evidencia o algo que dijera que Estefania había estado ahí, y si, ahí estaba su collar, el que siempre cargaba puesto.

Llame a todos mis hombres, que se vinieran a la sala de estar, les haría un interrogatorio, quería saber que vieron, que hicieron, en que se movieron cuando pasó todo. La acababan de secuestrar, pero ya tenía que estar conmigo de vuelta.

Pov's Sofía Jones

Habían pasado horas, horas en las que tenía una estupida bolsa en mi cabeza, todas esas horas, estuve llorando, tanto que podría haber formado mi propio mar, no sabía por qué cuando todo parecía ir bien, me pasaban cosas malas, siempre en mi vida había sido así.

Senti que alguien entró, veía una que otra luz, supongo que ya estaba de día, estoy en este lugar desde las tres de la mañana.

Me quitaron la bolsa oscura que tenía en mi cabeza, casi muero asfixiada, no había oxigeno, vi que ahí estaba un viejo, que era el de el club, y otro, pero ese era más joven, que también había estado en el club.
Deje de verlos, para después ver a Estefania, quien se encontraba justo a mi lado, pero no nos habíamos tocado en ningún momento. No sabia que a ella la habían secuestrado también.

-Un gusto, me llamo Eker, y el es..Luis.- El último nombrado tomó mi cara, haciéndome caricias, y el viejo, acariciaba a Estefania.

Esta vez decidí no defenderme, no hacer nada, ya estaba cansada, a pesar de que solo me habían secuestrado dos veces, no me gustaba nada.

-Hubiese sido mejor que te hayamos preguntado, hablador de paja - soltó estefania con rencor y mirada de odio, cuando pude escuchar un golpe, sabia que la habían abofeteado.

-No pueden ser más abusivos, hijos de perras.- solté, no me importaba si me golpeaban, aunque de igual forma, me abofetearon hasta peor que Estefania.

-Son unas mal educadas, pero ya verán que eso se les quitara- Dijo el viejo Eker, mirando a Luis, y guiñandole un ojo.

Nos desataron a las dos, y nos llevaron a un cuarto parecido pero esta vez con una cana grande, al parecer matrimonial, pero era el doble que eso.
Mis nervios invadieron mi cuerpo, no quería que me tocara, no podía defenderme, ya que a las dos nos pusieron esposas, y nos amarraron los pies.

Nos llevaron a la cama, cargadas, y empezaron a quitar nuestra ropa, yo gritaba, casi desgarrando mi garganta, al igual que Estefania, que pataleaba aunque estuviera sujetada.

-¡Sueltame, Sueltame!- grite desesperada, viendo como empezaba a desatarme mis pies, y esposando mis manos en la cama, y atando mis pies a dos cadenas que habían en la cama, obligándome a abrir mis piernas

-¡Imbeciles!- gritaba y lloraba Estefania, viendo como ya Luis desabrochaba su pantalón.

Eker empezó a desabrochar su pantalón también, dejándome ver su asqueroso pene, para luego meterlo dentro de mi, y embistiendome rápido, no me daba placer, me dolía.

Desgarraba mi garganta en gritos, y a la vez lloraba, Estefania estaba igual que yo, destrozada. Voltee a verla, también estaba amarrada con esposas, y las piernas abiertas, por que también estaban amarradas, igual que las mías.

Los dos hombres asquerosos salieron de nosotras, y esta vez cambiaron de posición, Eker con Estefania, y yo con Luis.

Este empezó a meter aparte de rapido, fuerte, me dolía aún más, sentía mis piernas débiles, mi intimidad empezaba a sangrar, y no por el periodo, me estaba rompiendo.

Estefania también votaba sangre, a Luis sin importarle que estuviera amarrada, me dio la vuelta, quedando en cuatro. En un movimiento rápido Quito la esposa de un pie, y abrió más mis piernas, me iba a dar por detrás, juraría que me iba a desmayar.

Como estaba con amarrada con la cama, al darme la vuelta mis brazos quedaron cruzados, dolían mucho de hecho.

Empezó a meterlo por mi trasero, dándome fuertemente, me dolía mucho, ya no podía gritar más, estaba ronca, mi garganta estaba dañada. Si intentaba gritar, mis cuerdas vocales se romperían.

Eker había hecho lo mismo con Estefania, la había puesto en cuatro, ella también tenía los brazos cruzados, a diferencia de mi, ella seguía diciendo en voz baja que porfavor pararán.

-Mierda Sofía, si que estás apretada, me gustas...hmm- soltó Luis entre gemidos, hice una cara de rabia y asco, lo odiaba. Debí de haberle disparado a el.

Cuando por fin terminaron, nos desataron de los pies, pero no de las manos, quedamos amarradas a la cama, aún sin nuestra ropa de la parte de abajo.

Se fueron, como si nada, Estefanía y yo nos miramos, llorando.

-Intentemos..darnos la vuelta.- le dije entre sollozos, estos nos habían dejado en cuatro, y nuestros brazos dolían de tanto estar cruzados.

Ella me asintió, limpiando algunas de sus lagrimas con sus codos, después, hizo un intento de darse la vuelta, pero dolía, las esposas estaban muy apretadas.

intente yo, y lo logre, automáticamente cerré mis piernas. Y me subí más arriba de la cama, para que las esposas no hicieran tanto daño en mis muñecas.

-Dime como lo hiciste porfavor- rogo la teñida, a lo que asenti

-Pon la punta de tus pies en la cama, y te afincas hacia el sentido contrario, dolerá un poco, pero vale la pena- le dije con mi voz ronca de tanto gritar, y de tanto llorar

Hizo lo que le dije, y logro voltearse, cerró sus piernas al instante al igual que yo, y con la sábana que había en la cama se tapó su intimidad. Yo también lo hice, la incomodidad de estar descubierta me mataba.

PARADISE IN HELL | Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora