Amor...¿Cálido u doloroso?

252 18 0
                                    

Capítulo 4:

—¿¡Kikyo viajar con nosotros!?—exclamó Sango, sorprendida por la revelación.

—¡Sh! —le tapé la boca rápidamente con ambas manos, rezando para que nadie nos escuchara.

La chica parpadeó unos momentos y luego relajó su cuerpo, indicándome que no volvería a gritar de esa forma. Me tranquilicé y finalmente quité mis manos de su boca, bajando la cabeza y sumergiéndome en mis pensamientos.

—Estaba confundida y exhausta cuando ella llegó de repente a nuestro campamento mientras ustedes dormían —expliqué, sintiéndome un tanto avergonzada. Levanté la mirada y me encontré con los ojos curiosos de Sango.

Suspiré.

—Dijo muchas cosas extrañas, pero también mencionó que era hora de dejar ir el pasado, que algo la había lastimado y le dolía. Y además... —hice una pausa—. Dijo que estaba dispuesta a construir una nueva relación con nosotros.

La joven exterminadora quedó sorprendida ante esta revelación. Yo, por otro lado, seguía repasando en mi mente una y otra vez la conversación que tuve con Kikyo. No había pensado en lo que le había dicho en el momento, estaba demasiado cansada. E incluso al despertar al día siguiente, creí que todo había sido un extraño sueño, de no ser por las hierbas medicinales que la sacerdotisa había dejado a mi lado. Nuevamente me había lastimado en la batalla y Kikyo parecía haber dejado las hierbas allí. Todos estaban tan confundidos como yo al verlas, dejando en claro que ninguno de mis amigos las había dejado ahí.

Cuando me percaté de eso, estuve a punto de gritar. ¡Le había dicho a Kikyo que podía unirse a nosotros! Bueno, no había problema si alguien nuevo quería unirse a nuestro grupo... ¡Pero era Kikyo! ¡La mismísima Kikyo, el antiguo amor de Inuyasha! Ese hanyo seguramente no la había superado, y si ella aparecía de repente diciendo que quería viajar con nosotros, el pobre mitad bestia estaría aún más confundido. Además, esto solo aumentaría su indecisión entre elegir a Kikyo o a Kagome.

La conversación con Sango terminó después de un rato, y junto con los demás nos pusimos en marcha para buscar los fragmentos restantes. Sin embargo, no podía evitar sentir que algo, o alguien, me observaba desde lejos.
.. .
.
.
.

Desde lo alto de los árboles, observaba cautelosamente al pequeño grupo, manteniendo una distancia segura para evitar ser descubierta por Inuyasha.

O eso pensaba.

De repente, el hanyo se detuvo, mirando directamente hacia los árboles.

—Alguien más está aquí —dijo, poniendo a todos en alerta.

Sin dudarlo, Inuyasha saltó hacia donde me encontraba, en un rápido movimiento de ataque. A duras penas logré contenerlo debido a la sorpresiva situación.

Hubo un forcejeo que se detuvo de repente. Abrí los ojos y me encontré con la mirada sorprendida y realmente dolida de Inuyasha, quien aún no había soltado su fuerte agarre sobre mí.

—¿Kikyo? —murmuró con la voz entrecortada llena de dolor, mientras sus ojos dorados trataban de descifrar si yo era real o no.

—Suéltame —le dije luchando por liberarme de su agarre.

Fue un descuido, un pequeño error que causó todo esto. Si hubiera sido más cuidadosa, el hanyo no habría notado mi presencia.

—Inuyasha, ¿qué sucede? —exclamó desde abajo el hombre que, si recordaba bien, se llamaba Miroku.

No era mi intención que me vieran, pero parecía ser mi única opción para poder librarme de su fuerte agarre. Sin pensarlo más, me abalance para atrás y caí junto a Inuyasha, ya que él se negaba a soltarme incluso en plena caída. Pero, su fuerza flaqueó por un instante, momento que aproveché para empujarlo. Utilicé mis serpientes para bajar sin daños, mientras que Inuyasha chocó de lleno contra el monje, haciendo que ambos cayeran al suelo.

Baila conmigo. [KagKik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora