— ¡Buenos días, maestra Song!—el pequeño Jungsoo me saludó con alegría.
— Buenos días... ¿Listo para patinar?
— ¡Sí!—gritó emocionado y salió corriendo con sus amigos, reí escuchando que su madre le gritaba que se acomodara la funda porque estaba haciendo mucho frío y el pequeño la ignoró por completo. La saludé con la mano, me saludó también y después la vi irse en su auto.
Miré la hora en mi reloj de muñeca, todavía no eran las diez pero la mayoría de los niños ya habían llegado. Metí mis manos a los bolsillos de mi chaqueta estremeciéndome por el frío, había nevado durante la madrugada y el día amaneció helado... Los minutos pasaron y los últimos niños llegaron, se despidieron de sus padres, me saludaron y luego fueron a jugar con sus compañeros.
— Niños.—dije llamando su atención.— Suban al autobús, es hora de irnos.—los niños gritaron con emoción y los ayudé a subir al autobús. Pasé lista para ver que todos estaban y al ver que sí le dije al conductor que ya podíamos irnos.
Tomé asiento y me acomodé para mirar a los niños, unos estaban platicando tranquilamente, otros estaban cantando y otros más jugando a contar los automóviles que pasaban junto al autobús. Sonreí con ternura, los niños eran muy adorables... Todavía era muy joven para tener hijos pero tal vez en un par de años, cuando Intak y yo llevemos varios años casados, tal vez en ese momento sería bueno comenzar a pensar en bebés.
Suspiré bajando la mirada a mi mano, la sortija lucía reluciente en mi dedo... Apreté los labios recordando lo que había sucedido esa mañana cuando desperté; al salir de la habitación me encontré con Intak durmiendo en el sillón, traía puesta la misma ropa con la que lo vi salir de la casa el día anterior y olía demasiado a alcohol, parecía que simplemente llegó y se dejó caer en el sillón para dormir. Cuando me acerqué a despertarlo noté una mancha de maquillaje en su camiseta y un ligero aroma a perfume de mujer.
No quise pensar mal de él, quizás había sucedido algo y, no sé, quería pensar en todo menos en eso, no podía ser eso. Por dios, íbamos a casarnos en cuatro meses, ya teníamos todo pagado, ya habíamos enviado las invitaciones... Lo dejé dormir un rato más y fui a bañarme, después de arreglarme lo desperté, diciéndole que llegaría tarde a su trabajo. Ni siquiera me miró al salir corriendo al baño para darse una ducha, tuve que despedirme a través de la puerta. Antes de irme le dejé una nota en la mesa del comedor diciéndole que regresaría en la tarde y que había comida en el refrigerador para que sólo la calentara en el microondas. Quería quedarme y hablar con él pero tenía que llegar temprano a la escuela para esperar a los niños.
— Maestra, ¿está triste?—Jungah, la niña que estaba sentada a mi lado me preguntó mirándome con curiosidad. Al instante negué con la cabeza y le di una sonrisa.
— No, no estoy triste, pequeña.
— Pero se veía triste hace rato.—ladeó la cabeza haciendo un puchero.
— No, no, para nada, es sólo que estaba pensando en algo y cuando pienso parece que estoy triste pero en realidad no lo estoy.—sonreí acomodando su gorro de gatito, ya se le estaba cayendo.— De hecho estoy muy emocionada de pasar este día con ustedes.
— ¡Yo también estoy emocionada!—gritó levantando sus manos con felicidad pero a los segundos su sonrisa se borró.— Maestra, hay un problema... No sé patinar.—solté una pequeña risa y pellizqué su mejilla.
— No te preocupes por eso, Jungah, en la pista tienen instructores de patinaje y ellos nos enseñarán a patinar, será muy divertido.—la pequeña me sonrió y asintió antes de voltearse con los compañeros que estaban en el asiento de atrás.
(...)
— Son más niños de lo que creí.—la instructora murmuró mirando a los niños.— Tendré que llamar a los demás instructores, esperen un poco.—dijo sacando su celular y se alejó un poco de nosotros para hacer una llamada. Los niños se asomaron por la valla, mirando con asombro la pista de hielo y comenzaron a decir que ya querían patinar.
— Tranquilos, en un rato entraremos a la pista. La instructora está llamando a sus compañeros para que todos podamos aprender a patinar.—traté de tranquilizarlos.
— Pero yo ya sé patinar.—Yuchan se quejó cruzándose de brazos.
— Lo sé pero no puedo dejarte entrar solo, estamos en grupo y entraremos en grupo, ¿de acuerdo? Mientras esperamos, vayamos por los patines.—eso los emocionó un poco.— Hagan una fila, sin empujarse... Vamos, vamos... Yihyun, no empujes a Miyoung.—regañé a la niña y caminé detrás de ellos, pasando junto a la instructora para llegar al lugar donde se rentaban los patines.
— Sí, sé que hoy es tu día libre pero... Por favor, ven, ¿si? Son como treinta niños, no sé de dónde salieron tantos si hace unos años la natalidad del país estaba por los suelos.—escuché a la instructora hablar con alguien por el teléfono sin nada de discreción.— Por favor, Sunghoon...—me detuve de golpe al escuchar ese nombre.
Sunghoon... No había escuchado ese nombre en años. La última vez que vi y supe algo de Park Sunghoon fue el día en que le pedí el autógrafo para la hermana de Inhye, luego de eso desapareció por completo de mi vida, mi hermano tampoco volvió a verlo. ¿Podría ser...? No, habían muchas personas llamadas Sunghoon, que de seguro patinaban también, sería demasiada coincidencia que el instructor fuera el mismo Sunghoon que yo conocía.
— ¡Maestra!—uno de los niños gritó, sacándome de mis pensamientos.
— ¡Voy!—fui con mis alumnos y los ayudé con los patines, algunos sí sabían su talla de calzado pero otros no, así que probamos varios hasta encontrar unos que les quedaran bien.
— Listo, los demás instructores vienen en camino.—la chica se acercó a nosotros y nos dio una sonrisa. Terminé de atar las agujetas de los patines de Miae y me puse de pie.
— Niños, no se muevan de aquí, ¿entendido?—los niños asintieron y siguieron conversando entre ellos. Me acerqué a la instructora, tenía que preguntarle para quitarme la duda.— Oye... ¿Cuál es tu nombre?
— Me llamo Jiyoon, señorita Song.—apreté los labios, ¿acaso me veía tan vieja como para que me hablara así? La miré de arriba a abajo, nos veíamos de la misma edad... Agité la cabeza, eso no era importante.
— Jiyoon, qué lindo nombre... Oye, quería preguntarte algo, ¿uno de los instructores de casualidad es Park Sun...?
— Ya llegué.—una voz me interrumpió y me congelé en mi lugar. En verdad era él.— Wow, en verdad son muchos niños y tú que los odias, Jiyoon.—dijo riendo... Escuchar su risa hizo que mi corazón latiera rápidamente.— Disculpe, ¿usted es la maestra?—se dirigió a mí y me giré lentamente hasta quedar cara a cara frente a él. La sonrisa que tenía en su rostro se borró poco a poco.
— Sunghoon, ella es la señorita Song. Señorita Song, él es Park Sunghoon, el mejor instructor del lugar.—Jiyoon dijo con una gran sonrisa.
— Yerim.
— Sunghoon.—dijimos el nombre del otro al mismo tiempo mientras seguíamos mirándonos a los ojos.
— Esperen... ¿Se conocen?
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The Part Time Worker | Sunghoon Park
Fiksi Penggemar❝Sólo tengo que pedirle su número y tener una cita con él, ¿qué puede salir mal?❞ • ❥ Historia completamente mía. ❥ Heterosexual. ❥ Prohibida su copia y/o adaptación. Iɴɪᴄɪᴀᴅᴀ﹕2023.07.30 Tᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ﹕2023.10.28