II. Claudia y Cayo

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Cuan grande fue la sorpresa de Cato que al abrir la puerta encontró a un chico subido encima de Claudia y... bueno no hace falta entrar en detalles.
-¡CATO! Te he dicho muchas veces que no entres en mi cuarto sin llamar. Dijo Claudia enfadada.
-Pero si he llamado, lo que pasa es que no me contestabas. ¿Qué hace ese chico encima tuya?.
-Levantate Cayo, ahora que mi hermano nos ha visto no tiene sentido fingir más. Mira Cato, este es Cayo, le amo con todo mi corazón, es la persona con la que quiero estar el resto de mis días.
Cato se quedó mirando a su hermana con una mirada de duda.
-Has empleado palabras muy grandes para un niño tan pequeño. Dijo Cayo.
-Aver Cato, tu hermana me gusta.
-Entonces... ¿os vais a casar como los adultos?. Dijo Cato.
-Bueno esa es la idea. Dijo Claudia.
Aunque Claudia tan solo tuviese 16 años, en la Antigua Roma era edad más que suficiente como para casarse y empezar a formar una familia. Además Claudia era una bella muchacha, era la viva imagen de su madre, pero con unos ojos azul celeste en los que hasta el más intrépido guerrero se perdería. Pero había un problema, en Roma los matrimonios por amor no existían, y aunque Cayo tuviese todo lo que Claudiadeseaba, provenía de una familia de clase baja, que no tenía nada que aportar a la familia de Claudia.
-¿Se lo has dicho ya a papá y a mamá?. Pregunto Cato.
Claudia se quedó callada.
-Sabes que papá es un poco estricto en estos temas.
-Ya lo sé Cato, pero soy su hija, y le he oído decir muchas veces que nuestra felicidad es lo primero, si de verdad esas palabras son reales, me dejará casarme con Cayo.
En ese momento un grito interrumpió la conversación de los jóvenes.
-¡Cato, Claudia!. Llevo mucho tiempo esperando, si no bajáis me voy al foro sin vosotros.
Era Julia, que llamaba a sus hijos.
-¡Ya vamos mamá!
Respondieron Cato y Claudia al unísono.
-Pero oye, ¿qué pasa conmigo? Dijo Cayo.
-¡A sí! Casi me olvido de tí. Dijo Claudia
-Pues si se supone que te vas a casar con él y ya te habías olvidado de su presencia... Dijo Cato en tono burlón.
-Cállate anda, baja y dile a mamá que no voy porque no me encuentro con ánimos y vete con ella.
-Pero...
-Obedece Cato, necesito que la distraigas, Cayo y yo vamos a hablar con papá. Le vamos a hacer entender que el amor no entiende de dinero ni de poder, sino que el amor responde a lo que cada uno sienta por el otro, independientemente de su provenir.
-Está bien, me iré con mamá.
-Gracias hermano, te debo una.
Cuando Cato se hubo ido con su madre, Claudia y Cayo se dispusieron a hablar con su padre. Se dirigieron hacia su estudio ya que allí pasaba la mayor parte del tiempo. Se situaron delante de la puerta.
-Primero hablaré yo, cuando te diga entras. Dijo Julia.
Cuando se disponía a llamar Cayo la detuvo y la dijo:
-Claudia, si tu padre no aprueba lo nuestro, te prometo que no te dejaré, no puedo hacerlo, ya no, te amo Claudia y quiero estar contigo. Nada ni nadie va a impedir que estemos juntos.
Claudia sonrió y llamó a la puerta.

OctavioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora