XXI.La verdad es descubierta

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Cuando Aurelio y Octavio habían dejado nuevamente atrás a los legionarios se dirigieron hacia la ciudad. Según Aurelio una vez allí se podrían esconder y planear un contraataque. Ya caída la noche, ambos se encontraban en la entrada a la ciudad.
-Bien Aurelio, ya estamos aquí. Guianos hacia ese escondite del que me hablaste en el campamento. Dijo Octavio.
-Sí, pero sería mejor que dejasemos los caballos aquí, el ruido de sus pezuñas podía alertar a alguien. Dijo Aurelio.
Así lo hicieron, dejaron sus caballos a un lado de la gran muralla que rodeaba a la ciudad y que hacía a su vez de escudo y entre las sombras de la noche se adentraron en ella.
Octavio y Aurelio caminaban pegados a las casas, a veces pasando por detrás de ellas, agachados la mayor parte del tiempo, sin pronunciar palabra alguna y sobre todo evitando andar por en medio de las calles. Anduvieron de esa manera poco tiempo antes de llegar a una casa que estaba en unos de los callejones situados detrás del mercado principal de la ciudad. La casa tenía un gran boquete en el techo y parecía bastante vieja, aún así tenía sus paredes intactas y como refugio daba la talla.
Aurelio abrió la puerta de madera y ambos entraron dentro. La casa estaba completamente vacía por dentro, no había nada. Estaba iluminada por la luz de la luna que entraba a través del boquete del techo.
-Vaya Aurelio, esto sí que es un buen escondite, por un momento llegué a pensar que me llevarías a las alcantarillas. Dijo Octavio.
-Las alcantarillas eran mi segundo plan si nos encontraban aquí. Contestó Aurelio riendo.
Octavio comenzó a andar por la casa. Vio algo en uno de los rincones que le llamó la atención, se agachó y lo cojió. Levantó el brazó hacia la luz de la luna para ver lo que había cojido. La claridad reveló que lo que tenía en la mano era un anillo. Un anillo con una esmeralda incrustada en su parte superior, intentó ponerselo pero era demasiado fino como para las manos de un hombre, debía de haber pertenecido a una mujer.
-Aurelio, esta casa estaba antes habitada ¿qué pasó? Preguntó Octavio.
-Tienes razón Octavio, aquí vivía una familia, era una familia humilde, cuando las legiones llegaron a Britania arrasaron con todo, esta familia intentó oponer resistencia pero de nada les sirvió, mataron al padre y a su hijo varón, a la mujer y a su hija se las llevaron.
-Un momento, ¿acabas de insinuar que Britania es provincia romana? ¿acabas de decir que Roma conquistó Britania? Octavio no salía de su asombro.
-Claro Octavio, hace mucho tiempo ya, no se ofenda general, me sorprende que no sepa de las conquistas de Roma. Contestó Aurelio.
-Pero no entiendo nada, en el mapa de las conquistas de Roma que tiene el emperador, Britania no estaba rodeada con un círculo rojo como las otras conquistas. Y el emperador en ningún momento nos dijo que Britania estaba bajo dominio romano, ¡por eso los habitantes de aquí no se extrañaban cuando veían romanos andando por las calles! Pero entonces... la misión que nos encomendó el emperador Vespasiano no tiene sentido. Dijo Octavio.
-Vaya, estás más perdido de lo que yo creía. Octavio, todo esto lleva planeado meses. Todo es un montaje. Todo es mentira. Dijo Aurelio.
-Por favor muchacho explícame ya que está pasando y procura no dejarte nada. Pidió Octavio.
-El líder de todo esto no es otro que el emperador Vespasiano. Él quiere hacerse con todo el poder que pueda y oprimir a Roma bajo su control, desde hace meses ha estado reclutando hombres para organizarlo todo, el círculo sin pintar en el mapa formaba parte del espectáculo, quería haceros creer que Britania aún no estaba conquistada, la supuesta conspiración que se estaba organizando en contra suya era para atraeros hasta aquí. El capitán Percival es su mano derecha en esto, le ha prometido riquezas y poder en Roma a cambio de traeros hasta aquí.A todas las personas que has conocido aquí se les ha prometido una jugosa cantidad de dinero a cambio de traicionaros. Vespasiano quiere eliminaros completamente. La conspiración no era en contra suya, es en contra vuestra. Contó Aurelio.
Octavio tenía los ojos como platos no podía creerse lo que estaba oyendo, los mejores generales de Roma traicionados por su propio emperador.
-¡Entonces todos esos días que hemos pasado fuera de Roma, lejos de nuestras familias, lejos de todo, todo esos días hemos estado caminando hacia nuestra propia muerte! ¡Las legiones Halcón, mis propias legiones, se han vuelto en mi contra! ¡Hemos perdido a Augusto, y ha muerto en vano! Gritó Octavio.
-¡Vespasiano! ¡Hijo de perra traidor prepárate, porque el peso de los tres mejores generales de Roma va a caer sobre ti!
Octavio pegó un puñetazo a la pared y miró a Aurelio.
-Bien muchacho, cuentame algo más. Dime donde están Quinto y Marco.
Octavio tras oir la verdad que llevaba oculta desde que salieron de Roma estaba dispuesto a acabar con todo aquello. A Octavio no le gustaban nada los traidores y estaba rodeado de ellos. Ahora la fuerza de los tres generales, la fuerza de Roma se iba a volver en contra de su propio emperador. Aquella noche Octavio juró que vengaría a Augusto, aquella noche Octavio juró que terminaría con todo eso, aquella noche Octavio juró que Vespasiano, Percival y todo aquel que se pusiera delante suya conocería la verdadera fuerza del general Octavio Macro.

OctavioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora