XXII.Al rescate

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Octavio y Aurelio esperaron a que amaneciera para salir de su escondite.
-Bien Aurelio, está amaneciendo, dime muchacho ¿dónde están los otros generales? Preguntó Octavio
-El general Quinto y el general Marco fueron llevados a la prisión que se encuentra aquí en la ciudad. Contestó Aurelio.
-¿Sabes qué planes tienen para ellos?
-A los legionarios no nos dicen nada sobre el destino de los capturados, pero por el campamento se comenta que Vespasiano ha dejado la suerte de tus amigos en manos del capitán Percival.
-Ese desgraciado de Percival no se atreverá a poner sus manos encima de Quinto y Marco mientras yo siga respirando. Dijo Octavio apretando los puños con fuerza.
-Octavio, debemos irnos ya, si queremos liberar a tus amigos tenemos que llegar antes que Percival, de lo contrario será demasiado tarde.
Octavio asentió y ambos salieron sigilosamente del escondite y se adentraron en las irregulares calles de la ciudad.

Consiguieron llegar a la prisión sin ser vistos por nadie. Escondidos detrás de un edificio observaron el lugar de cautiverio de Quinto y Marco. Había guardias en cada puerta de entrada, a simple vista parecía imposible su entrada, pero no había nada imposible para Octavio con tal de salvar a sus amigos. Aurelio observó a Octavio mirar las entradas.
-Ya se te ha ocurrido algo ¿verdad Octavio? Preguntó Aurelio.
Octavio volvió a asentir. Este es el plan.
-Vais a ir ahí y les vas a decir que has capturado al general que falta, me llevarás hasta allí, en tí seguro que confían y te dejarán pasar. Una vez dentro les diras que por orden específica de Vespasiano has de meterme en la celda de los demás generales. Cuando esté allí con ellos te tocará actuar atí. Intenta robarle las llaves al carcelero y cuando se haga de noche nos sacarás de aquí. ¿Entendido?
Aurelio miró a Octavio. Lo había explicado todo muy rápido, pero aún así había entendido todo.
Al ver que Aurelio no contestaba dio comienzo al plan. Aurelio agarró a Octavio por el brazo izquierdo y comenzó a caminar hacia la entrada principal vigilada por dos guardias.
Uno de ellos al verles venir comenzó a hablar.
-¡Alto legionario! ¿Quién va?
Aurelio tragó saliva, la mirada penetrante del guardia le intimidaba bastante.
-He traído al general que había conseguido escapar del campamento, es el general que falta. Dijo Aurelio entrecortadamente.
Los guardias miraron a Octavio que puso expresión de derrota.
-Está bien, el capitán Percival y el emperador Vespasiano se alegraran mucho. Dijo el otro guardia con una sonrisa maligna.
Abrieron las puertas y ambos entraron. Dentró estaba todo oscuro, húmedo y frío. Había numerosas celdas, pero estaban todas vacías.
Al final del largo pasillo se encontraba la celda más grande de todas. Un hombre encorvado y viejo se les acercó, atado a la cintura tenía un cinturón del que colgaba un juego de llaves, debía de ser el carcelero.
-Un prisionero nuevo....bien, llevalo a esta celda. Dijo el carcelero señalando una celda detrás suya.
Octavio miró a Aurelio y este habló.
-Por orden del emperador Vespasiano, he de meter a este prisionero con los demás generales.
El carcelero miró a Aurelio con una expresión de duda.
-Que extraño... no se me había comunicado, pero si el emperador Vespasiano lo ha dicho, sea pues.
El carcelero condució a Aurelio y a Octavio hasta el final del pasillo, donde se encontraba la celda más grande de todas. Octavio levantó la cabeza y miró a través de los barrotes, allí sentados en el suelo estaban Quinto y Marco, a Octavio le dio un vuelco el corazón, nunca se había alegrado tanto de ver a sus amigos.
Quinto también vio a Octavio y se levantó del suelo agarrándose a los barrotes.
-¡Octavio, por Júpiter, estás vivo! Dijo alegremente Quinto.
Enseguida el carcelero golpéo a Quinto con un largo palo y lo hizo sentarse de nuevo en el suelo, Octavio quiso hacer algo pero sabía que no podía porque echaría todo el plan a perder.
El carcelero abrió la puerta de la celda y Aurelio arrojó a Octavio dentro. Tras esto Aurelio guiñó un ojo a Octavio y se adentró en los oscuros pasillos sin quitar la vista de las llaves del carcelero.
Quinto, Marco y Octavio se miraron durante un instante y después se fundieron en un abrazo.
-Pensé que nunca te ibamos a volver a ver Octavio. Dijo Marco
-Pensamos que te habían matado cuando nos capturaron a nosotros. Dijo Quinto.
-Hace falta algo más que un puñado de legionarios traidores para matarme. Dijo riendo Octavio.
-Y bien Octavio, ¿ya sabes todo? ¿ya sabes quién está detrás de todo esto? Dijo Marco.
Octavio asintió y les explicó lentamente todo lo que Aurelio le había explicado la noche anterior.
Quinto y Marco no salían de su asombro.
-¡Ese desgraciado de Vespasiano! ¡Sabía que no era de fiar! ¡Siempre lo supe! Dijo Quinto.
-Entonces... Percival si que quería matarnos. Dijo Marco.
Octavio asintió a ambos.
-Pero no os preocupéis, tengo un plan, no vamos a rendirnos sin luchar. Dijo Octavio.
Pasaron el resto del día hablando en la celda y haciendose los dormidos cuando pasaba algún guardia. Al caer la noche de nuevo Octavio habló.
-Bien, en cualquier momento tendrá que llegar Aurelio, es el legionario que me trajo hasta aquí, es de fiar y me ha ayudado bastante.
Pero el tiempo pasaba y Aurelio no aparecía. Octavio se empezaba a impacientar. ¿Le habrá pasado algo? ¿le habrán descubierto? ¿seguiría vivo? Pero la impaciencia de Octavio no duró mucho, Aurelio apareció en la puerta con las llaves en la mano. Los generales se miraron y sonrieron.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2015 ⏰

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