Marco abrió los ojos, aún estaba todo oscuro, no veía nada y Octavio y Quinto seguían dormidos. Intentó volver a conciliar el sueño sin éxito y finalmente decidió salir del camarote.
Verdaderamente era una noche hermosa. La gran luna llena iluminaba las calmadas aguas del océano. La cubierta estaba totalmente vacía, los marineros se encontraban todos descansando en sus camarotes, y en cuanto al capitán Percival no había de momento ningún rastro de él.
Marco se aproximó hasta la proa y mientras apoyaba los brazos sobre ella observaba la inmensidad del océano sobre el que estaban navegando.
Sin embargo algo repentino evadió los pensamientos del joven.
Escuchó voces que provenían del camarote del capitán.
Marco se aproximó todo lo que pudo con miedo a ser descubierto.
-¡Percival! Tenemos que actuar ahora. Dijo una voz.
-Paciencia Roderick, paciencia. Contestó aquella voz.
Marco pensó ¿Percival? ¿El capitán Percival? ¿A qué se refería esa voz con "tenemos que actuar ahora"? ¿Y quién sería el tal Roderick? Todas esas preguntas pasaban por la cabeza de Marco. Decidió volver a su camarote cuanto antes, pero Marco no vio al vijía que se encontraba en el palo, sin embargo, el vijía si lo vio a él.
Entró a su camarote, tenía ganas de contarle a Octavio y a Quinto lo poco que había escuchado, pero sabía que no era momento, además sería mejor contárlo todo por la mañana ya que ambos estarían más despejados. Marco se tumbó en la cama. Pero él no era el único que estaba despierto.
-¿Dónde estabas muchacho? Dijo Octavio.
-Octavio, estás despierto... estaba tomando un poco el aire, el camarote me agobia un poco. Contestó Marco.
-Bien, la verdad esque amí también, pero dentro de poco divisaremos las tierras de Britania. Dijo Octavio.
Marco no contestó.
-Oye Marco, ¿hay algo qué te preocupe?
-No Octavio, nada.
-Bueno muchacho, sabes que nos puedes decir todo lo que ronde por tu mente.
-Sí, lo sé.
-¿Podéis dejar las conversaciones para el amanecer? Hay personas que aún disfrutan de su sueño. Dijo Quinto.
Octavio y Marco se miraron y rieron.
-Tiene razón Marco, el abuelo necesita su siesta, hablamos por la mañana. Dijo Octavio.
Marco coincidió con Octavio.
El joven sabía que no iba a poder ocultarle sus pensamientos a Octavio por mucho tiempo más, se lo diría por la mañana.
Marco durmió aquella noche preocupado, parecía que las sospechas sobre el capitán Percival eran ciertas, no era un hombre de fiar, algo se traía entre manos.
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Octavio
Historical FictionLa Antigua Roma, año 450 d.C, algo antes de que el Imperio Romano callera bajo la invasión bárbara Octavio Macro el general de las legiones Halcón (las más disciplinadas de todo el imperio) es enviado a tierras lejanas para destapar lo que el empera...