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Hyunjin había guardado muy bien ese chocolate en forma de conejo que le había dado Minho. Tomó la decisión de darselo a su amado castaño en su próximo recreo, y así fue. No sabía que era como tal amado, pero la palabra le gustó.

Ambos niños comían sus almuerzos en una banquita color amarillo cerca de unos arbustos con pequeños tomates que los pajaros comían. Jeongin veía como el pelinegro se comportaba un poco raro, de seguro estaba planeando morderlo de nuevo.

—Mm Innie.

—¿Qué pasa? —Juntó sus manitas como precaución mientras miraba los movimientos de su mejor amigo.

—Quiero darte algo... Pero cierra los ojos.

El castaño entrecerro sus ojitos, de seguro era otra trampa suya para morderlo y salirse con la suya sin luchar. Le negó varías veces moviendo su cabecita.

—¿Porqué no?

—De seguro cuando estire mis manos, adios dedos.

—Juro por Iron man que no.

Lo pensó un poco, su amigo siempre cumplía cuando se trataba de su personaje favorito. No le dio más vueltas al asunto y asintió cerrando sus ojos y extendiendo sus manitas hacía él pelinegro.

Hyunjin estaba algo apenado, su corazoncito latía muy rápido como cuando corrió por todo el patio siendo perseguido por la maestra como rebelión por no dejarlo jugar con Jeongin cuando ambos habían acabado sus deberes. Hoy su amigo olía muy dulce, más dulce que otros días y eso lo volvía algo temeroso.

Sentía sus mejillas calientes y sus manitas sudaban un poco. No le dio vueltas al asunto y le entregó el chocolate en manos.

Jeongin al abrir sus ojos y ver su chocolate favorito entre sus manitas, no dudó en cortar la distancia con el pelinegro y abrazarlo con mucha fuerza.

—Es mi favorito, muchas gracias Jinnie

—S-si, de nada.

Hyunjin no entendía porque de pronto su corazón latio con más fuerza al ser abrazado por el pequeño castaño quien no se separó de este en un buen rato, pues le gustaban los abrazos. Debía buscar una respuesta a esa sensación tan incomoda pero dulce.

Su momento llegó después de la escuela; harto de no hallar respuesta con su peluche de conejo rosa se paró del suelo y fue hasta la habitación de su hermana que siempre permanecía abierta por si se presentaba algo.

—Yeji nonna

—¿Qué pasa? ¿No entiendes tu tarea?

—No, eso ya la hice en la escuela... Me siento enfermo.

Se preocupó acercandose a él y checando su temperatura. —Dios, pero no estas caliente, ¿te duele tu pancita? ¿La cabeza? ¿Te sientes mareado bebe?

—Bueno, es algo muuuy largo nonna.

Yeji cargó a Hyunjin hasta sentarse en su cama y sentarlo en sus piernas, acarició sus cabellos reveldes con suavidad y le dio confianza.

—Te escucho.

—Bueno nonna, hoy le di un chocolate a Innie y él me abrazó pero... Me sentí raro.

—¿Cómo? ¿Te sentiste mal?

—Es que es muy raro, ya me ha abrazado antes, pero hoy su aroma era muuuuy dulce y suave, de pronto sentí mis mejillas super calientes. —Tocó las mencionadas. —Y mi corazón se aceleró mucho, pero mucho nonna.

—Oh, ¿algún síntoma más Hyun?

—Mm tartamudee cuando me dijo Jinnie, se que mami me lo dice seguido pero cuando él me lo dijo pensé que mi corazón moriría.

Yeji oía todo enternecida por como su pequeño hermano lo explicaba, tan joven y con esos sentimientos que a ella la tenían destrozada por no encontrar a su media naranja, medio limón o de plano medio frijol.

—Bien, esto es curioso, ¿te digo qué estas padeciendo?

—Si nonna, por favor. Le suplicó juntando sus manitas.

—Bueno querido hermanito, tú estas enamorado.

—¿Qué es eso? ¿Moriré nonna como él del drama que vio?

—Guardó un minuto de silencio por su actor favorito. —Aaah mi esposo... Nada de eso, bueno... No, no creo que mueras. —Recordó el síndrome del corazón roto, pero era muy joven.

—¿Entonces cuál es la cura?

—Hyun, enamorarse es querer muchisimo a una persona, al grado de que quieras estar con ella como uña y mugre. A ti te gusta Jeongin.

—¡Noo!... Bueno... No se nonna, Minho hyung dice que es mi amado.

—Lo irás descubriendo poco a poco mi querido pupilo... ¿Amado?

—Sip, así me dijo.

—Dios, bueno no es nada malo. —Se dijo a si misma.

—Y si me gusta ¿cómo se lo digo? ¿Se lo debo decir?

—Bueno... Este, es difícil-recordó su último intento fallido. —Podrías intentar decírselo pero no ahora, debes estar seguro ¿okey? Si se lo llegas a decir, llevale otro chocolate y otra cosa que le guste.

—Si nonna... ¿Él se podría enterar?

—Pensó un poco. —Lo dudo.

𝘇𝗼𝗺𝗯𝗶𝗲 𝗁𝗒𝗎𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora