5

143 35 2
                                    

Sugawara acariciaba las solapas del saco de forma distraída, sus ojos estaban perdidos en la textura de la tela y trataba de comprender que era lo que había pasado.

¿Cómo supo Tooru que él estaba ahí? ¿No se supone que no le importaba lo que él hiciera? ¿Por qué perdió los estribos de esa forma?

No estaba entendiendo nada y aun así...

Miró de reojo al castaño que aún mantenía el entrecejo fruncido y toda su atención estaba puesta en el camino, vio sus nudillos e hizo una mueca al verlos al rojo vivo. Seguro le dolería mucho.

Sin embargo, esto parecía que no le importaba a Oikawa pues el continuaba manejando sin mostrar ningún tipo de molestia en su cuerpo.

¿Por qué?

El auto se detuvo y el peligris dirigió su mirada a la ventanilla sólo para descubrir que estaba en el apartamento de él...

—No necesitas seguir haciendo esto— murmuró sin pensar y soltó un suspiro que desconcertó al manager

—¿Hacer qué?

—Hacerte el héroe conmigo por lástima — Oikawa alzó una ceja y soltó una bocanada de aire

—Sigues ebrio. Vayamos adentro y...

—No— interrumpió Koushi al borde las lágrimas.

¿Acaso no lo entendía? Lo estaba lastimando con sus infames acciones que lo confundían y le impedían poder odiarlo, olvidarlo, superarlo...

—¿Qué hacías allá? ¿Cómo supiste que estaba en ese lugar? ¿Por qué me defendiste si no te interesó?— soltó todo lo que tenía atorado y aún así, parecía no ser suficiente para calmar su agobiado corazón.

Las lágrimas empezaron a surcar sus mejillas y el labio inferior le temblaba por toda esa angustia, por lo mucho que sentía y no había podido expresar y ahora todo estaba saliendo a borbotones como cantaros de agua en una fuente sin control.

—¿No lo ves?— cuestionó —Estoy enamorado de ti desde que nos conocimos y pensé que siempre serías mío, que no habria nadie mas tú y yo, que esas tardes en las que escuchamos canciones hasta tarde, esas cartas que nos escribimos y todo lo que compartimos sería un secreto entre tú y yo— sollozo y bajó la mirada rehusandose a ver las expresiones de Oikawa. —Pero asumí lo que no debía y conocerte, dejarte entrar a mi corazón fue un maldito error, un error que estoy pagando muy caro—

El silencio embriago todo el auto y ninguno de lo dos se atrevía a mirarse, pues no sabían que decir exactamente. Tooru apretó el volante y se mordió el labio inferior con cierta frustración.

¿En qué momento se había complicado todo?

Koushi, ya no lo soportaba más. Todo esto era insoportable y no recibir respuesta hacia todo peor. Ya no podía seguir ahí dentro, tenía que irse.

Tomó la manija de la puerta dispuesto a abrirla y ya irse de una vez por todas porque ahora que ya había desproticado de más, estaba seguro que ni de chiste quedarse en la casa de su manager era buena idea.

—Ese club...— habló de la nada Tooru deteniendo a Sugawara —Fuimos en tu cumpleaños...

Él lo recordaba, entonces...

—¿Crees que olvidaría esa noche?— preguntó con cierto tono indignado —¿Crees que no sabía que estabas enamorado? — volvió a suspirar —Yo te traje esa noche para festejar que habías cumplido la mayoría de edad y... fingi que estaba lo suficientemente borracho para hacer como si nada hubiera pasado, pero...

—¿Lo recuerdas, cierto? — preguntó con cierto temor por la respuesta y en lugar de recibir una contestación, el silencio se plantó.

No necesitaba más, lo recordaba...

El primer beso de Sugawara le había pertenecido a Oikawa. Esa noche se pasaron de tragos y Tooru se estaba cayendo de ebrio, apenas y podía mantenerse en pie.

Koushi no estaba muy seguro de qué hacer o como actuar, sin embargo, cuando lo vio tan despreocupado y con la guardia baja se le ocurrió la idea más estúpida de todas y lo besó...

El castaño al día siguiente alegó que no recordaba absolutamente nada y que tenía una resaca de los mil demonios. Pero después de siete años, le estaba confesando que siempre supo de sus sentimientos y que estaba consciente de ese momento.

—¿Aún así te atreves a decir que no me interesas?— cuestionó desviando el rostro — Te hice una promesa, Koushi. Vine porque después de buscarte en el estudio y llamarte veinte veces, sabría que estarías aquí. Mi trabajo es protegerte, cuidar tu carrera y...

Ahí estaba de nuevo, un puto deber hacia su trabajo. Pero no le estaba correspondiendo sentimentalmente y lo detestaba, tanto, que no sabía por qué mierdas aún seguía ahí.

—¿Así que solo es eso?— su voz salió desganada —Vayamos adentro— dijo quedito y salió del auto para encaminarse a la entrada.

Tooru le siguió y se reprendió mentalmente por todo lo que había dicho y hecho desde entonces, pero no podía hacer otra cosa ¿Cierto?

Sacó las llaves del apartamento y le dedicó una sonrisa débil a Koushi, no obstante, no recibió una de vuelta.

—Mañana tu reputación será un caos—

—Soy un don nadie, Kou— contestó con simpleza —a nadie le importa lo que yo haga—

"Pero a mi sí me importa..."

Rosa PastelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora