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Se conocían desde la escuela secundaria, tan jóvenes como para comprender que con el paso de las estaciones los capullos florecen, pero también marchitan. Fue en verano que mientras escuchaban música compartiendo audífonos, que el castaño descubrió esa hermosa voz brotar del contrario, que tan melodioso sonido era digno de admirar y que todos debían escucharlo sin importar qué.

Sí, Oikawa había sido cautivado por Sugawara desde el primer día en que se comocieron, en ese pequeño incidente donde él decidió autonombrarse su héroe personal y cada día que pasaba sólo le mostraba mil razones para continuar en ese estado absorto donde su corazón palpitaba en secreto y sus mejillas se negaban a colorearse pues temia ser delatado. Todo había comenzado de la manera más inocente posible y su relación era tan natural que jamás había creido que algún día pudiera tener esa conexión con alguien más, pero entonces... ¿Por qué las cosas habían cambiado?

Estaba ahí, en esa esquina donde sabía que Koushi siempre miraría, la marea de gente seguía escuchando con atención cada letra de esa nueva canción, pero él... no tenía la fuerza para admirar de nueva cuenta el diamante que estaba perdiendo frente a sus ojos; cada palabra que brotaba del vocalista era una daga que cercenaba su corazón pues sabía bien que él era la razón y el motivo de ese sentimiento durante la presentación.

Lo supo desde el momento en que Sugawara dijo que era una canción que ni siquiera él conocía, porque en otros tiempos hubiese sido el primero en leer la letra y poder alabar el talento de su Mr. Refreshing. Ahora tenía que conformarse con escuchar el resultado sintiendo como su pecho se oprimia por el significado interno que llevaba.

—Siento que tú me cortas la respiración cada vez que te acercas un poco a mi — sus mejillas empezaron a arder y aún así se negó a levantar la mirada, pues en el momento en que lo hiciera cedería a las demandas del peligris y todo se iba a derrumbar sin que él pudiera detenerlo. 

No iba hacer eso, no podía arruinar la carrera de Koushi, su deber era impulsarlo y apoyarlo y si eso significaba matar sus propios sentimientos lo haría sin dudarlo para mantener el brillo de aquella naciente estrella.

—Qué tal vez conocerte fue mi error o quizás el amor se equivocó — sin embargo y pese a lo que pensaba y defendía nada le dolía más que escuchar aquello, pues él no lo consideraba de esa forma. Conocerlo fue una de las casualidades más bonitas que la vida le ofreció y el amor... El amor tampoco se equivocó, era correspondido; estaba perdidamente enamorado de Sugawara, lo amaba desde hace mucho, pero callaba para protegerlo, se lastimaba y se negaba a retribuir por miedo a todo lo que pudiera pasar entre los dos.

Porque si las cosas salían mal, estaba seguro que nada volvería a ser igual y no estaba dispuesto a pedirlo o el apostar todo por algo del que no estaba completamente seguro.

"Me gustas, Tooru"

Recordarlo provocaba que la sangre le hirviera, pues jamás pensó en todos esos años que sería correspondido. Sugawara era el primer pensamiento de la mañana y lo que más quería en este mundo.

¿Cómo le pedían que arriesgara lo más precioso que había conocido?

Era egoísta y lo sabía. Pero así estaba bien, prefería mentir que perderlo, porque estaba dispuesto hasta brindar su propia vida y felicidad para solventar la ajena, porque quería que esa sonrisa se mantuviera tanto como fuera posible y estaba seguro que si dejaba de mentir sin razón, no sabría como corresponderle con plenitud.

Él estaría a su lado, esperando hasta el final, viendo desde las sombras como brillaba, como su bella ave volaba lejos de él mientras él cuidaba cada aleteo dado.

—Y nada es más triste que hoy...— la nota fue alargada y ante el sonido Oikawa por fin decidió alzar la mirada para que su razón se quebrara por la culpa que estaba sintiendo.

Ahí, en el escenario estaba Koushi, su Mr. Refreshing dando una presentación tan digna de él, entregando cada pedazo de su alma y cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, se sintió la peor escoria del planeta.

"Mi salvación, mi esperanza y mi fe"

《🎐》

—Suga...— Daichi llamó al peligris una vez que entraron a los camarotes —Estuviste fenomenal allá fuera— alabó el moreno y Semi secundó el comentario

—Siempre he dicho que las letras de tus canciones son de otro nivel, pero esta vez...— miró de reojo a Oikawa y sonrió con malicia como si ya supiera toda la historia — un nivel diferente, el sentimiento que transmitiste con "Cada qué..."— soltó un chiflido mientras se soltaba el cabello que tenía levemente recogido —Alguien debió romperte el corazón para que naciera esta obra— volvió a decir, pues era bien sabido que su vocalista no componía letras tristes y que siempre le cantaba al amor sincero e inocente, como si fuera un adolescente que se acaba de enamorar. Sin embargo, cuando el comentario llegó a los oídos del castaño este se tenso de manera automática.

Semi estaba cerca de dar justo en el blanco, no era tan idiota como para no percatarse que algo había ocurrido entre los dos. Ya no eran tan cercanos y en esta ocasión Sugawara no había corrido hacia los brazos de su manager y mucho menos este le había traído flores como ya era una costumbre de ver.

—Estoy seguro que estará en los primeros lugares en las listas de reproducción. Será un hit— dijo Daichi e Iwaizumi asintió mientras tomaba al bajista de las caderas y depositaba un beso en su mejilla.

—Oigan, sin fanservice— contestó el peligris entre carcajadas al ver a sus dos amigos muy acaramelados como casi siempre —Eso déjenlo para las revistas—

—Imposible— dictaminó Iwaizumi con seguridad —Mejor dinos, Trashkawa ¿que te pareció el nuevo sencillo? Se supone era sorpresa, pero no te veo sorprendido—

—Mr. Refre...— se aclaró la garganta y negó con la cabeza —Suga-chan, ya conoce bien lo que pienso sobre él — era evidente que estaba evadiendo el tema.

¿Qué podía decir?

Koushi bajó la mirada con cierta decepción y se dio cuenta que el castaño no se atrevía a dejar esa faceta profesional. Estaba empeñado en mantener esa relación como laboral y parecía que no iba a cambiar.

—No sé ni porqué me molesté— murmuró para él y se metió a su camerino sin decir ni una sola palabra más.

Se sentó frente al espejo y trató, de veras que trató no derramar lágrimas. Pero... al parecer no estaba intentando lo suficiente.

Rosa PastelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora