11. Rosa Pastel

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Los nervios recorrían todo el cuerpo entero del vocalista, parecía como si fuera su primer concierto cuando en realidad ya había perdido la cuenta de cuantas veces se había presentado ante el público. Sin embargo, esta vez pretendía ser diferente... no sólo había tomado una decisión con respecto a su carrera, sino que la canción que iba a interpretar llevaba consigo todo su dolor y su rencor.

Apretó los puños y la palma de Iwaizumi se posó sobre su hombro como si quisiera darle apoyo, Sugawara sonrió con cierta amargura que se acentuó al ver cómo Eita se colgaba del cuello de su manager.

¿Por qué amar dolía tanto?

Nunca debió tener esperanzas, pero tampoco merecía todos los tratos de Tooru. No lo rechazó adecuadamente y en su lugar simplemente se alejó de él olvidando por completo su promesa y su amistad.

Bajó la mirada con pesar y frunció el entrecejo aguantando como el ardor en su pecho lo consumía en frustración, desesperación y amargura.

Tantos años callando sus sentimientos para que todo terminará de esa forma. Debió decirlo hace mucho y ahorrarse toda esa espera tortuosa llena de desilusión.

Los aplausos no se hicieron esperar cuando anunciaron a la banda y todos los integrantes salieron al escenario. Koushi sonrió con nostalgia y negó con la cabeza. No podía ser débil, aún no.

—Hoy es una noche bastante especial y como es especial qué mejor que traerles una canción nueva— alzó su vista a donde sabría que estaría el castaña y sus miradas se encontraron con cierta intensidad.

Se anhelaban a la distancia y ninguno lo sabía. No se daban cuenta de cómo querían correr en su propia dirección y no en la contraria como todo parecía indicar.

Oikawa fue el primero en desviar la mirada y aquel acto fue tomado como rechazo total cuando en realidad solo reflejaba cobardía y debilidad, porque sabía que si lo miraba por más tiempo no dudaría en cruzar todo el mar de gente para arrastrarse a los pies de Sugawara.

La música empezó a sonar y el peligris se acercó al micrófono.

—Sí, yo quería ser...— ese hombre que compartiera con Tooru cada una de sus alegrías y tristezas —Y juntos caminar hacia el altar, directo a la muerte— compartir su vida hasta su último aliento. Era lo que más quería desde el momento en que lo conoció y en el momento en el que se enamoró.

Conquistado por su naturaleza encantadora y protectora, nunca debió confundir esa amabilidad  con amor porque ahora lo estaba pagando demasiado caro.

—Y al final, ni hablar. Los dos nos destruimos— ya no quedaba nada de lo que alguna vez fueron. Tooru se alejó y le entregó su corazón a alguien más sin importarle lo que él sintiera.

Los rumores, esa pelea en el club, el hecho de que ni siquiera podían hablarse, todo eso que los iba consumiendo cada vez más.

—Y al final ¿Qué tal? Tú y yo ya no existimos—

Oikawa sabía que lo había arruinado en grande, que debió hablar con honestidad desde el inicio, que no quería que una relación amorosa pudiera arruinar la carrera de una estrella naciente, que no quería tener que separarse de su lado y no se perdonaría jamás si él fuera causante de apagar su brillo.

Vaya mierda. Resultó de igual forma solo con él aún más lastimado.

Lo amaba, lo amaba tanto. Pero lo había lastimado.

— ¿Y dónde quedó ese botón que lleva a la felicidad?— la letra era tan personal que el vocalista empezaba a sentir un nudo en su garganta.

¿Dónde había quedado todos los momentos que vivieron? ¿Las risas, las bromas, las canciones compartidas, sus salidas donde sólo eran los dos, sus tardes de estudio...? ¿Dónde? ¿Acaso todo era una ilusión?

—Tú y yo ya no existimos—

Ya no había nada entre los dos y la prueba más clara era esa imagen que le revolvía el estómago, sus memorias evocaron el momento en el que por error los vio teniendo sexo. La sonrisa triunfadora de Semi que gemia el nombre de Oikawa como si fuera una canción, verlo encima de él mientras el castaño tenía fuertemente cerrados los ojos y soltaba ligeros jadeos.

Era una tortura el recordar, lo odiaba. Lo odiaba tanto porque bien que pudo haberle dicho desde el inicio de quien estaba enamorado y ahorrarle sus penurias, porque pudo haberle dicho que planeaba salir con Semi y entonces él hubiese callado, porque se hubiera conformado con ser amigos... Pero no, todo lo había hecho mal y parecía que lo hizo con alevosía porque dolía demasiado.

—Y tú no eres aquel qué prometió ser mi superheroe —

Una lagrima se escapó de los ojos del vocalista mientras que el corazón del manager se terminaba de quebrar. Había faltado a su promesa; lo protegió de todos, menos de él.

—Todo acabo, no queda más. Seremos dos extraños, yo te olvidare, me olvidarás. Hasta nunca...—

Oikawa levantó la mirada con dolor y de nuevo se encontró con la de Koushi, pero en esta ocasión lo miraba con desprecio.

Era todo... lo había perdido para siempre.

Los aplausos fueron ensordecedores, la banda hizo varias reverencias y sonrió en forma de agradecimiento. Fue en ese momento que Suga tomó de nuevo el micrófono y limpiándose las lágrimas soltó una pequeña risa.

—Les dije que era una noche especial ¿no?— El publico ovaciono un "Sí" — bueno, es especial porque planeo que este sea mi último concierto con la banda Nova—

¿Qué? No... eso no se lo habia dicho ¿por qué...?

Quiso acercarse, pero la gente se aprisiono impidiendo su avance.

No, no, no.

—Ustedes han sido mi hogar durante todos estos años. Pero... estoy un poco cansado y necesito tiempo para mi— hizo un puchero cuando el público se negó a su retiro —Prometo que volveré, pero primero quiero sanar el corazón. Alguien se lo llevó y me lo regreso roto—

No, no, no. Suga-chan, su... Mr. Refreshing estaba a punto de dejarlo por completo.

No... ¿Que había hecho?

Rosa PastelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora