𝗧𝗛𝗘 𝗚𝗥𝗘𝗔𝗧 𝗪𝗔𝗥 ━━ 𝗽𝗲𝗲𝘁𝗮 𝗺𝗲𝗹𝗹𝗮𝗿𝗸

Capitulo uno

—Es lo único que conseguí, Cassie, así que come.— insistió Katniss a su hermana menor.

La niña miraba aquél plato sin importancia. Su mente solo estaba en los Juegos, y si comía, vomitaba de los nervios. Katniss notó su preocupación y tomó su mano.

—Ya sé que tienes miedo a que nos escojan a mamá o a mi. Pero no va a pasar, y si pasa, yo estoy entrenada, sé pelear, sé como defenderme, así que no te preocupes Cassie.— la calmó y la pelinegra menor la observó.— Además no estás sola, estás con Prim.

Luego miró a la pequeña bebé sentada en un asiento para un infante. A veces deseaba ser ella, tener la inocencia de un niño que solo se preocupaba por comer o reír de los verdaderos juegos.

—... Katniss.— volvió a mirarla.— ¿Algún día me vas a entrenar?— preguntó.

—Claro que sí.— sonrió.— Serás muy buena con el arco.

—Pero no tan buena como tú. Desearía ser tú.— Katniss al escucharla sus ojos se cristalizaron. Deseaba que no le tocara ir a los Juegos, y también deseaba que en un futuro nadie de su famila sea escogida para esa crueldad.

—Ya debemos irnos, Kat.— apareció su madre con su tono típico de desinterés.

—Volveremos, ¿si?

—Lo sé. Adiós, Kat. Adiós mamá.— se despidió la menor y las dos se marcharon.

Cassie suspiró y Prim empezó a llorar. La pelinegra la miró y bufó para después acercarse a la menor y alzarla.

—Tranquila, Prim. Ya volverán.— se sentó de nuevo y miró la televisión en la cual transmitían las elecciones de representantes del distrito 12. Observó a su hermana y ésta le sonreía con ternura

A pesar de que Cassie tenía siete años, era buena niñera. Pero no como Katniss, ella se encargaba de cuidarlas, ya que su madre sufría depresión gracias a la muerte de su marido. O sea, de su padre. Eso consistía en no prestarle la atención necesaria a sus hijas.

Katniss y Cassie eran muy unidas. La única diferencia es que Kat le guarda rencor a su madre, mientras que Cassie era más comprensiva a pesar de sus malos tratos. No, no la maltrataba físicamente, es más, antes de la muerte de su padre, la consentía mucho. Pero lo que le hacía era tratarla mal, como si fuera una buena para nada. Aún así, su madre la ama. A su manera, pero lo hace de todas formas.

Aunque Cassie siempre se cuestionó eso.

—¡Bienvenidos a la 67° edición de los Juegos del Hambre!— la voz de aquella mujer extravagante hizo que su mirada vaya directo a la pantalla. Sus nervios se empezaron a notar y su pierna comenzó a temblar.— De estos dos bolilleros saldrán dos nombres. Uno de hombre y otro de una mujer. Así que aquí vamos...— su mano se metió y la giró hasta tomar un papel. Se puso al frente y la abrió.— ... ¡Roxanne Henderson!