2T. Capitulo dos

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Entró a su casa

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Entró a su casa.

—¿Qué tal tu paseo, cariño?— preguntó su madre al lado de Prim y Katniss.

—¿Paseo? Salí a...

—Tenemos visitas.— interrumpió Katniss y la pelinegra frunció el ceño confundida. Delante de ellas aparecieron dos hombres.

—Señorita Everdeen. Por aquí, por favor.— la chica le hizo caso y caminó en medio de ellos siendo guiada.

La puerta de la sala se abrió y se encontró con Snow tomando un café. Los hombres se marcharon dejándolos solos.

—Tanto valor. Tanto entusiasmo. Tanto...— mostró un holograma donde se mostraba a ella con Peeta en el juego final.— ...desdén.

—Presidente Snow. Qué gran honor.— se acercó a el.

—Querida, podemos hacerlo mucho más sencillo si acordamos no mentirnos. ¿Qué opina?

—Sí, eso ahorraría tiempo.— contestó.

—Siéntese, por favor.— ordenó y la chica se sentó mientras que el presidente hizo lo mismo frente a ella.— Tengo un problema, señorita Everdeen, que comenzó cuando mostró esas bayas venenosas en la arena. Si el Vigilante Jefe, Seneca Crane, hubiera sido más listo la hubiera hecho pedazos en ese instante. Pero está aquí. Supongo que imagina dónde está él.

—Si, creo que sí.— asintió.

—Tras ese fiasco, no quedó más que permitirle llevar a cabo su actuación. Y lo hizo muy bien. Toda ese cuento de la chica enamorada... impresionante, en serio. Convenció a la gente del Capitolio. Por desgracia, no todos en los distritos lo creyeron. Quizá no lo sepa, pero en algunos de ellos su truco con las bayas se interpretó como un desafío. No como un acto de amor. Y si una chica, y peor aún, del Distrito 12, puede desafiar al Capitolio y salir ilesa... ¿qué impide que ellos hagan lo mismo? ¿Qué evitaría, digamos... un levantamiento? Eso puede llevar a una revolución. Y muy pronto, todo el sistema se colapsaría.— comentó.

—Debe ser un sistema muy frágil, si unas bayas pueden acabar con él.— dijo Cassie.

—Sí, lo es. Pero no como imagina.— negó.

—¿Qué debería imaginar?— cuestionó ella.

—Comience por imaginar a miles de personas muertas. Su pueblo convertido en cenizas. Imagine que desaparece. Por radiactividad, enterrado como si nunca hubiera existido, como el Distrito 13.— la pelinegra se tensó.— Peleó muy duro en los Juegos, señorita Everdeen. Pero era solo un juego. ¿Quisiera estar en una guerra de verdad?

—No.

—Qué bueno. Yo tampoco.— tomó la galleta.— ¿Su madre las hizo?

—...Peeta.— dijo.

—Es un joven encantador. Dígame... ¿en qué momento descubrió la profunda indiferencia que siente por él?

—Peeta no me es diferente, nunca lo fue.— negó ella.

𝗧𝗛𝗘 𝗚𝗥𝗘𝗔𝗧 𝗪𝗔𝗥 ━━ 𝗽𝗲𝗲𝘁𝗮 𝗺𝗲𝗹𝗹𝗮𝗿𝗸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora