𝗧𝗛𝗘 𝗛𝗨𝗡𝗚𝗘𝗥 𝗚𝗔𝗠𝗘𝗦 || ❝𝑓𝑢𝑒 𝑚𝑖 𝑚𝑎𝑛𝑜 𝑙𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎𝑠𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑜 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑜 𝑑𝑒 𝒍𝒂 𝒈𝒓𝒂𝒏 𝒈𝒖𝒆𝒓𝒓𝒂❞
Donde Cassandra Everdeen no puede vivir sin Peeta Mellark, y Peeta Mellark no puede vivir sin ella. Por lo cua...
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—La arena parece tener la forma de un reloj y hay una amenaza cada hora solo dentro de la franja de la hora. Comienza con el rayo. La lluvia de sangre, la niebla, los monos. Eso pasó las primeras cuatro horas. A las diez, esa ola enorme vino desde allá.— explicó Cassie mientras llegaban a la Cornucopia.
—Wiress, eres un genio.— dijo Finnick.
—La cola apunta hacia las doce.— indicó Peeta.
—Ahí cae el rayo al mediodía y a la medianoche.
—Cae, ¿dónde?— preguntó Beetee.
—En ese árbol grande.— señaló.
—Bien.
Peeta dibujó el circulo y formó la arena.
—Así que, entre las doce y la una, el rayo. Entre la una y las dos, la sangre. Luego la niebla, luego los monos.žm
—Y de diez a once, la ola. ¿Y lo demás? ¿Ustedes vieron algo?— interrogó Cassie.
—Nada más que la sangre.— respondió Johanna.
—No importa. Lejos de la franja de la hora, estaremos a salvo.— dijo Peeta.
—Si, relativamente.— asintió Beetee.
Un suspiro de dolor hizo que Cassie volteara. Abrió sus ojos como platos al ver a Gloss matar a Wiress. Rápidamente sacó su arco y su flecha y le disparó en el pecho matándolo.
Johanna al ver a una rubia correr hacia Cassie, la empujó y le lanzó su hacha asesinandola y salvando a Everdeen. Luego apareció Brutus a atacar y peleó con Finnick. Detrás de el hizo su apareción la chica de los dientes afilados la cual lastimó a Finnick.
Peeta iba a por ellos pero Finnick lo detuvo para que no le suceda nada. Cassie fue a por uno de ellos y de repente el sitio comenzó a girar. Todos cayeron y se sostuvieron para no caer al agua.
Cassie estaba al lado de Johanna. Sus dedos se resbalaron y gritó junto a la chica. Ésta extendió su mano y la sostuvo.
—¡Sujetate!— exclamó.
La fuerza hacia que Cassie esté a punto de caer.
—¡No!— gritó Johanna al ver como se soltaba.
Cassie cayó al agua y giró gracias al movimiento del mar. La isla se detuvo y Everdeen salió a la superficie tosiendo.
Subió a las rocas y trató de respirar. Johanna corrió hacia ella y Peeta al verla allí se asustó.
—¡Cassie!— corrió hacia las dos.—¿¡Estás bien!?
Cassie alzó el pulgar y Peeta suspiró aliviado.
—Vamos por lo necesario y salgamos de la maldita isla.— dijo Johanna.
Peeta la levantó y la abrazó. Cassie correspondió.
