Capitulo 3 : Noticias importantes

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IRENE REYES

Sábado por la mañana, mi habitación se llenó con la luz dorada del sol ascendente. Estaba recostada en la cama, sosteniendo el teléfono en una mano y observando mi computadora en el escritorio. Los latidos rápidos de mi corazón eran una constante recordación de la inquietud que me había mantenido despierta durante toda la noche. Solo quedaba esperar los resultados del concurso.

Personalmente, tenía confianza en mi trabajo. Había dedicado un esfuerzo tremendo a mi cortometraje, superando la falta de equipo adecuado. Con la colaboración de Carolina y mi hermano Jona, quienes se habían convertido en actores por un día, logramos rodar la película. La edición fue posible gracias a Gonzalo, un compañero de trabajo amable que no dudó en enseñarme los secretos.

Mientras seguía recostada en la cama, con la mirada perdida en el techo, pude escuchar el murmullo de voces y el tintineo de platos en la sala. Todos en mi casa eran madrugadores, con la excepción de mi hermano Miguel, cuya antipatía por las mañanas tempranas nos hacía mantenernos alejados de él.

—¡Irene, el desayuno está servido!—mi madre llamó desde la cocina.

Sin perder tiempo, me levanté de un salto para unirme a ellos.

—Buenos días—saludé a mi madre y a Jona.

—¿Y papá?—pregunté.

—Fue a visitar a tu abuela—contestó mi madre.

—Oh, entiendo.

Me senté a la mesa y agradecí por la comida antes de comenzar a comer.

—Hoy planeamos hacer un picnic en el parque, ¿quieres venir?—mi madre preguntó.

—Tengo otros planes, pero gracias de todos modos—respondí. En realidad, tenía la tonta esperanza de que, si recibía buenas noticias del concurso, Carolina podría ayudarme a preparar mi viaje a Los Ángeles.

—Como desees, pero asegúrate de llevar tus llaves si sales de casa—advirtió.

La mañana transcurrió con una tensa normalidad, y mi celular se convirtió en mi objeto de atención constante. Sin embargo, el tiempo avanzaba sin noticias. Llegó el mediodía, y Carolina apareció en mi puerta para ofrecerme su compañía. Estábamos disfrutando del almuerzo cuando, de repente, el teléfono sonó. Era un correo electrónico de la escuela de cine.

—¡DIOS MÍO!—grité, un estallido de euforia y ansiedad.

—¡Ábrelo! —exclamó Carolina.

Con manos temblorosas, abrí el correo y mis ojos buscaron frenéticamente la palabra "aprobado". Finalmente, la encontré y la leí detenidamente.

—Me han aceptado—murmuré sin poder creerlo.

—¿Qué?—preguntó Carolina, buscando mis ojos. Le sonreí.

—¡ME HAN ACEPTADO!—grité emocionada.

De repente, ambas saltamos de alegría y comenzamos a gritar de felicidad.

—¡Lo sabía! —dijo Carolina.

—¡Iré a Los Ángeles!—grité mientras una lágrima de felicidad resbalaba por mi mejilla. Nuestros gritos llegaron a oídos de Miguel, quien despertó y se unió a nosotros.

—Estoy orgulloso de ti, bolita. Lo lograste—me dijo.

Sus palabras me hicieron llorar de alegría, y una sensación de plenitud y felicidad me invadió mientras seguía celebrando con Carolina.

La sala de estar estaba llena de papeles, mapas y nuestras laptops, mientras Carolina y yo nos sumergíamos en la organización de mi viaje a Los Ángeles. Mientras yo revisaba los horarios de vuelo hacia Los Ángeles, ella investigaba las posibles rutas que debería tomar una vez que estuviera en la ciudad.

DESTINO CRUZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora