IRENE REYESA veces, para lograr lo que anhelamos, debemos enfrentar desafíos y renunciar a comodidades momentáneas. Los sacrificios pueden ser duros, pero son el combustible que nos impulsa a seguir adelante, a no conformarnos con menos de lo que deseamos. Y aunque a veces me siento agotada y cuestiono si vale la pena, siempre llego a la misma conclusión: la determinación en la búsqueda de nuestros sueños es lo que da significado a nuestra vida y nos lleva más cerca de alcanzar lo que nuestro corazón anhela.
Con la partida de Will al colegio me puse a hacer lo mejor que sabía hacer cuando estoy ansiosa, cocinar.
Los rayos del sol de la tarde se filtraban a través de la ventana de la cocina, tiñendo de un cálido resplandor dorado el lugar. Agnes y yo estábamos en medio de una dulce aventura culinaria, horneando galletas juntas. La pequeña niña, con su delantal rosa y una sonrisa traviesa que iluminaba su rostro, se veía completamente adorable.
—Mira, Agnes—le dije mostrándole un tazón lleno de harina. -Este será nuestro ingrediente principal.
Ella asintió con entusiasmo y con sus pequeñas manos comenzó a ayudarme a verter la harina en un recipiente más grande. La harina se esparció un poco por el mostrador, pero eso solo hizo que Agnes soltara una risita contagiosa.
—¡Oops! ¡Lo siento!—.
—No te preocupes, Agnes—le aseguré. —La cocina es un lugar para divertirse, y un poco de desorden no importa en absoluto.
Continuamos midiendo ingredientes juntas, y Agnes estaba ansiosa por aprender y participar en cada paso. Mientras batíamos la mantequilla y el azúcar, ella observaba con atención, sosteniendo la batidora de mano con determinación, aunque yo era quien la dirigía. La mezcla comenzó a adquirir una textura suave y cremosa.
—¡Mira, se ve rico!
—Sí, Agnes, lo estamos haciendo fenomenal—le respondí con una sonrisa cálida.
Luego, añadimos los huevos y la vainilla, y Agnes miró con asombro cómo la masa se transformaba en algo aún más delicioso. Finalmente, llegó el momento de agregar las chispas de chocolate. Agnes vertió las chispas con cuidado, y pronto la masa estaba salpicada de pequeñas joyas de chocolate.
Formamos las galletas en pequeñas bolitas y las colocamos en una bandeja para hornear. Agnes usaba sus manitas para darles forma, con una concentración adorable en su rostro. Mientras las galletas se horneaban, Agnes y yo compartimos risas y cuentos, creando recuerdos que atesoraríamos.
El aroma a galletas recién horneadas llenó la casa, y cuando finalmente sacamos las galletas del horno, estaban doradas y deliciosas. Agnes tomó una de las galletas y me miró con los ojos brillantes.
—¡Eres la mejor!
Esa simple afirmación me hizo sentir como si mi corazón se hubiera derretido. Con una sonrisa, le di un abrazo y respondí.
—Tú también eres la mejor compañera de horneado, Agnes.
Nos sentamos a disfrutar de nuestras galletas recién horneadas, compartiendo un momento tierno y dulce que nunca olvidaría.
BENJAMIN DAVIS
La primera impresión es, sin duda, un aspecto crucial en cualquier encuentro. En el caso de Irene, su primera impresión no fue precisamente la mejor. Después de todo, un choque de tráfico rara vez es la manera ideal de conocer a alguien.
Me encontraba en mi impecable oficina, rodeado de informes y la monotonía del trabajo diario. Mi mente se encontraba inmersa en números y estrategias, concentrada en los negocios que requerían mi atención. Era un hombre serio, alguien que rara vez se permitía dejar que las emociones se interpusieran en su camino. Pero ese día fue diferente.
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DESTINO CRUZADO
RomanceEn el vibrante corazón de Los Ángeles, Irene, una apasionada mujer latina con un sueño ardiente de dirigir películas, se embarca en la aventura de su vida cuando gana una beca para estudiar cine en la ciudad de los sueños. Sin embargo, los sueños pu...