Capítulo 5 : El encuentro

19 5 0
                                    


IRENE REYES

La mañana había concluido, y con el sol acariciando mi rostro, regresé a casa de Juliana después de dos gratificantes horas de paseo con los perros. Desde el inicio, todo parecía simple, pero a medida que avanzaba, el desafío de manejar a un grupo de perros con distintas necesidades se tornaba palpable. Mis manos sujetaban con firmeza las correas, mientras mis ojos vigilaban cada movimiento canino. Sin embargo, siguiendo las rutinas meticulosamente transmitidas por Juliana, logré mantener el equilibrio y cumplir con el tiempo acordado.

Juliana me recibió con una sonrisa sincera y me entregó mi merecida paga, agradeciéndome por mi trabajo. Después de una cálida despedida, me dirigí a casa, donde la prisa se apoderó de mí. Sabía que mi primera clase académica comenzaría en aproximadamente una hora, y no podía permitirme llegar tarde.

Al salir de casa, mis pasos me llevaron a la parada del autobús, donde la música de mis auriculares se fusionó con el entorno. Los sonidos de la ciudad se convirtieron en una sinfonía de fondo mientras observaba detalles que normalmente pasan desapercibidos en la rutina diaria: los colores vibrantes de las flores en los jardines, el juego de luces y sombras en las fachadas de los edificios. Era como si un filtro de aprecio se hubiera instalado en mis sentidos.

Finalmente, llegué a la escuela a tiempo para mi primera clase y me sumergí en mi horario académico con entusiasmo renovado.

Al concluir la jornada, mientras caminaba de vuelta a casa, tomé mi teléfono y llamé a mi hermano. Juntos compartimos nuestras vivencias del día, y yo le hablé sobre mi trabajo temporal y lo que había aprendido en clase. Él, por su parte, me actualizó sobre sus días  y eventos en casa.

Cuando llegué a casa, mi cuerpo irradiaba cansancio y anticipación. Subí rápidamente a tomar una ducha antes de unirme a mis tíos para la cena. Kimi estaba ausente por vacaciones. Durante la cena, mi tía me sorprendió con una propuesta inesperada: enseñarme a conducir la moto. Mis nervios se mezclaron con la emoción mientras aceptaba su oferta.

Mi tía me guió pacientemente a través de los conceptos fundamentales de seguridad y el funcionamiento de la moto. Luego, con el rugido del motor y el viento acariciando mi rostro, di mis primeros pasos sobre ruedas. Al terminar la práctica, subí a mi habitación exhausta pero con una profunda satisfacción por haber aprendido algo nuevo. Era un día repleto de actividades, pero me sentía cada vez más integrada en mi nueva vida en Los Ángeles.

Mi mañana del jueves comenzó con un sol radiante que inundaba el cielo de un intenso azul. El calor ya se hacía sentir, pero tenía la tarea de recoger a los perros en casa de Juliana y cumplir con mi trabajo. No obstante, las cosas no transcurrieron como había planeado. Justo cuando pensé que todo estaba bajo control, una de las correas se soltó por accidente, y mi corazón comenzó a latir con fuerza. Gritaba el nombre del travieso perro mientras lo perseguía a lo largo de la avenida, y las miradas extrañas de las personas que pasaban me rodeaban.

La desesperación se apoderó de mí mientras corría tras el perro fugitivo, hasta que finalmente, con la ayuda de unos amables turistas que estaban de paso, logramos atraparlo. Regresamos a casa de Juliana, pero mi alivio fue breve. Otro de los perros estaba lastimado, y parecía que durante la persecución, había herido a uno de los pequeños, que cojeaba lastimosamente. Me sentí culpable y le pedí disculpas a Juliana, quien aceptó, aunque su semblante reflejaba cierta incomodidad. Me dijo que tal vez sería mejor si encontraba a alguien más profesional para el trabajo.

Con el corazón roto, enfrenté el resto del día. Regresé a casa sintiéndome triste, pero no me detuve, ya que tenía clases pendientes. En el camino, observaba el paisaje, preguntándome qué haría ahora que había perdido mi empleo temporal en solo mi segundo día de trabajo. La necesidad de encontrar otro trabajo se apoderaba de mis pensamientos mientras seguía adelante.





DESTINO CRUZADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora