IRENE REYESMe había levantado temprano esa mañana, con la ansiedad y la felicidad burbujeando en mi pecho. El concurso de la beca para estudiar cine en una de las mejores escuelas de Los Ángeles me tenía emocionada desde la madrugada. Mientras preparaba el desayuno, una sonrisa se dibujaba en mi rostro, y el aroma de los pancakes recién hechos llenaba la cocina.
—Buenos días —saludó Miguel al entrar.
—Buenos días, hijo.
—¡Buenos días! —anuncié mientras volteaba los últimos pancakes. —El desayuno estará listo en 2 minutos.
—¿Por qué te levantaste tan temprano? —preguntó mi hermano curioso.
—Quise sorprenderlos con un desayuno diferente.
—Huele delicioso —comentó Jonathan, aún en pijama.
—Jona, ¿qué haces aún en pijama? —lo reprendió mi madre. —Ve a prepararte antes de que llegues tarde al colegio.
—Está bien, pero yo quiero tres de esos —señaló el plato de pancakes.
—Saliendo.
Nos sentamos los cuatro a la mesa, y el desayuno se veía exquisito.
—Buen provecho —les deseé mientras los veía disfrutar.
—Podría comer esto todos los días —dijo Jonathan.
—¿Estás embarazada? —soltó mi madre de repente.
—¿Qué? —me sorprendí. —¡No! ¿Por qué dices eso?
—Solo cocinas cuando estás ansiosa y nerviosa por algo —respondió ella. —Eso quiere decir que estás esperando alguna respuesta —afirmó.
Rodé los ojos y mantuve mi sonrisa. —Nada arruinará mi día, ni siquiera tus especulaciones.
Me levanté de la mesa y fui a mi habitación a prepararme para salir. Escuché el ruido del carro de Miguel afuera.
—¡Apresúrate Jona, llegaremos tarde! —gritó Miguel.
Salí de mi habitación, pero mi madre me detuvo.
—Irene, necesito que vayas por Jona.
—¿Por qué?
—Tengo turno nocturno y no podré pasar por él.
—Está bien, yo lo cuido.
—No necesito una niñera—refuta Jona.
—Recuerda que tiene clase de piano a las seis . No llegues tarde, por favor.
—Tranquila, estaremos allí.
Nos despedimos de mamá y subimos al auto con Miguel. Durante el viaje, Miguel y Jonathan intentaron adivinar la razón de mi felicidad y ansiedad.
—¡Ya sé! —gritó Jonathan. —Conociste a alguien.
Negué con la cabeza.
—¡Te dieron otro aumento! —opinó Miguel.
—No —respondí con una sonrisa.
—¿Entonces no nos dirás por qué estás feliz?
—Está bien, se los diré. Pero deben prometer que no le dirán a mamá.
—Lo prometo —dijeron ambos al unísono.
—Aplique para una beca —les dije emocionada.
—¿Qué? —exclamó Miguel.
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DESTINO CRUZADO
RomantizmEn el vibrante corazón de Los Ángeles, Irene, una apasionada mujer latina con un sueño ardiente de dirigir películas, se embarca en la aventura de su vida cuando gana una beca para estudiar cine en la ciudad de los sueños. Sin embargo, los sueños pu...