9.No hay vuelta atrás

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DAVINA
Pietrasanta, Versilia
20 de enero

Los días pasan y son tan repetitivos que cada vez siento más ganas de huir de aquí. Estoy sentada en la sala, perdida en mis pensamientos, cuando entra Alba, lanzándome una mirada de desprecio, seguida por Jaden Wright y la pelirroja con la que solía andar Elijah.

—Sentada muy tranquila, como si fuera una de los nuestros —dice la pelirroja, acercándose rápido, y yo me pongo de pie antes de que se acerque más.

—¿Y tú eres...? —le pregunto, con un tono que la irrita. Se enfurece tanto que intenta pegarme, pero la mando al suelo sin mucho esfuerzo. —Te resbalaste, déjame ayudarte —le ofrezco la mano en un gesto falso que solo la enoja más.

—¿Cómo te atreves? —Alba se lanza también, y hago lo mismo con ella, lo que me arranca una carcajada mientras ambas se levantan del suelo como si no fueran nada.

—¿Qué está pasando aquí? —Elijah entra con Francis, y yo no puedo evitar seguir riendo mientras las dos mujeres intentan recomponerse.

—Esta perra me golpeó —la pelirroja se queja, acercándose a Elijah, pero él ni la mira.

—¿Qué pasó? —me pregunta directamente, con la mirada fija en mí.

—La rojita iba a golpearme y se resbaló. La señora también.

—Sí, Alba suele resbalarse. ¿Qué hacen aquí? —Elijah les pregunta con firmeza.

—Los Meyer asesinaron a veinte de los nuestros antes de entrar a la fortaleza y acabar con dieciséis soldados más —dice Alba.

Francis me agarra del brazo y me lleva afuera de la casa, dejándome sola en el patio.

Las palabras de mi mente vuelven a golpearme: «Si no fueras tan egoísta» «Arruinaste a tu familia» «No, ya estaba arruinada desde antes de mi nacimiento». Repiquetean una y otra vez, llenando el silencio que me rodea.

Unos minutos después, Jaden sale de la casa y se acerca, su figura recortada contra la luz del umbral. —No dudaste ni un poco en mandarlas al suelo...

Es más joven que yo, tiene diecinueve años, pero su altura, de un metro ochenta y cuatro, le da una presencia que intimida. Su cabello negro contrasta con sus ojos verdes, que parecen analizarlo todo con una calma extraña para su apariencia, marcada por tatuajes que cubren sus brazos, su pecho y su cuello.

—No iba a dejar que me golpearan unas perras rabiosas.

—Eres muy parecida a Elijah, ya entiendo por qué no te mató.

—¿Eso es una ofensa o un halago? —pregunto, y él sonríe, divertido.

—Un poco de ambas.

—¿Planean asesinar a alguien más de mi familia?

—¿Alguien más? Estás viva, Davina. ¿No que ya no querías cargar con la familia?

—Sí... No es eso, solo que no quería esa vida, y ahora estoy aquí, con ustedes...

—¿Te arrepientes?

—Jamás tendría que haber salido de Alemania.

—Aunque no lo hubieras hecho, nosotros habríamos ido a buscarte, y probablemente ahora no estarías hablando conmigo.

Se queda en silencio cuando Elijah sale, arrastrando a la pelirroja por la parte trasera del cuello.

—Llévate a esta estúpida lejos de mi vista si no quieres que la mate —le ordena a Jaden, empujándola hacia él.

Furia (Killers #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora