II | Pociones y secretos.

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A Aurore no le encantaba Herbología, pero se le daba bien.

Aunque esa vez arrugó la cara en una mueca de asco al terminar de sujetar a aquella babosa de la que ni siquiera se había aprendido el nombre, pero Alaska sin duda parecía estar mucho peor que ella, lucía casi a punto de vomitar porque a la rubia le había tocado extraer el pus de los granos de aquella cosa. Amanda Lickhead, una Hufflepuff bastante agradable que se había hecho amiga de Aurore y que la buscó para unirse a su grupo, se reía abiertamente de la cara de asco de Alaska.

Evadne cerraba un frasco lleno de la sustancia amarillenta, algo más seria, también estaba bastante pálida y con aspecto de estar enferma.

La profesora las dejó salir cuando la campana anunció el término de la clase, y tanto Alaska como Evadne salieron corriendo, una alegando que necesitaba un baño urgentemente y la otra diciendo que lo mejor sería acompañarla por si se desmayaba luego de vomitar.

Amanda y Aurore se rieron de ambas chicas durante un rato de vuelta al castillo, y en el camino se cruzaron a una buena cantidad de personas que saludaban a Aurore.

—Eres bastante popular, ¿no? —le preguntó Amanda al cabo de un rato.

—No demasiado, solo conozco a unas pocas personas.

—Claro, porque más de la mitad de Hogwarts son unas pocas personas —ironizó la Hufflepuff.

Aurore se rió, a sabiendas de que en realidad sí conocía a bastantes por allí.

Ambas chicas se adentraron en el Gran Comedor, despidiéndose para ir cada una a la mesa de su casa.

Apenas Aurore se sentó, un par de chicos empezaron a hablar con ella de forma animada.

Eso era algo que le gustaba, nunca estaba sola porque conocía a suficientes personas como para no preocuparse tanto por no estar siempre en presencia de sus mejores amigas, aunque sin duda ellas siempre serían sus favoritas.

Evadne y Alaska llegaron cuando Aurore justo terminaba su postre, una tarta de manzana.

—¿Estás bien? —le preguntó a Alaska, que no se veía mucho mejor.

—Creo que vomité mis intestinos —le respondió ella, con la mirada medio perdida.

Aurore hizo una mueca, pasándole un vaso de jugo de calabaza y una tarta de melaza.

—Que asco, Lask.

Evadne picoteó con distracción su propio helado.

—Jamás pensé odiar tanto una clase de Herbología —comentó la morena.

Aurore negó con la cabeza, riéndose un poco del aspecto de sus amigas. Más tarde, cuando comieran, seguro estarían mejor.

—Debo irme, tengo que ganar unos cuantos puntos para nuestra casa —les anunció pasado un rato, cuando se cercioró de que Alaska no iba a morir en cualquier momento.

Evadne se despidió de Aurore, sobando la espalda de Alaska, quien volvía a tener aspecto medio enfermizo.

Aurore se convenció de que la dejaba en buenas manos, porque no podía llegar tarde a la reunión con Regulus.

Regulus...

Los nervios se le quedaron atascados en la garganta, y de pronto se sintió con ganas de volverse y acompañar a Alaska en su malestar compartido.

Pero no. Ella no era una cobarde.

Bueno, no tanto.

Se obligó a bajar a las mazmorras a paso dubitativo y respiró un par de veces antes de abrir las puertas.

𝓡.𝓐.𝓑. ♡ 𝒜. .𝒟'𝒱. ⤑ 𝓡𝓮𝓰𝓾𝓵𝓾𝓼 𝓑𝓵𝓪𝓬𝓴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora