VII | Casa.

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El tren ya casi llegaba a la estación 9¾ de King's Cross, y Aurore rogaba a Merlín y todos los santos que aquel viaje no terminara.

Pero, claro estaba, aquel milagro nadie se lo iba a cumplir.

El tren se detuvo, y ella soltó un suspiro lastímero retrasando todo lo posible su salida. Pero cuando los pasillos ya estaban casi vacíos, Alaska bajó su baúl y Evadne le pasó a su mascota.

Aurore podía jurar que Meliope, su gata gris de pelaje esponjoso, estaba en condiciones parecidas a las suyas. Ninguna quería volver a casa.

Con frustración salió del vagón y se despidió de sus amigas apenas divisó a su hermano mayor, que la esperaba con una cara de total aburrimiento mientras se apoyaba de uno de los muros. Dhaskáv le sonrió y los hoyuelos de sus mejillas se marcaron.

Su hermano se acercó a ella con las manos metidas en el pantalón de su traje oscuro, saludando con la cabeza a los conocidos que pasaban por su lado.

—¿Lista para ir a casa, Meissa? —le preguntó con cordialidad.

Ella giró los ojos y se agarró del brazo de su hermano, que inmediatamente se desapareció tras sujetar su baúl.

Aurore odiaba la aparición, porque la sensación incómoda en el estómago le daba ganas de vomitar. Pero, por suerte, todo pasó bastante rápido.

Y en un segundo, se encontraban frente a la honorable mansión de los Di' Vouvant.

La chica hizo una mueca, y tardó unos segundos en seguir a su hermano en dirección a la enorme puerta de roble, donde una mujer de cabellos negros y bien recogidos en un complejo moño los esperaba.

Joyliett Di' Vouvant, enfundada en un lujoso vestido color vino los observaba desde su altura, luciendo tan implacable y gélida como Aurore la recordaba.

Ella hizo una mueca, no se alegraba demasiado de volver a ver a su madre.

Dhaskáv y Aurore subieron los escalones de mármol hasta llegar al descansillo que quedaba frente a la enorme puerta, donde su madre los observaba con frialdad. Aurore volvió a ver a sus espaldas el enorme y helado jardín de la propiedad repleto de arbustos con formas de animales y las fuentes de las que saltaban chorros de agua que creaban formas en el aire.

Cualquier cosa era mejor que mirar a su madre.

—Meissa —la llamaron finalmente, ella cerró los ojos un segundo y maldijo en su cabeza—. ¿No piensas saludarme?

Ella dudó un segundo, pero finalmente tomó la mano que su madre le tendía y besó los anillos de oro blanco que adornaban los dedos de la mayor. Se incorporó con la mirada gacha, y aquello resultó suficiente para la mujer.

—Entren, Áddila se encargará del equipaje.

Y sin más, la honorable francesa entró en la enorme casa.

Un segundo después llegó una de las elfinas domésticas de la casa, que saludó a sus amos con un asentimiento de cabeza antes de chasquear los dedos y desaparecer con el baúl de Aurore, quien soltó a Meliope en el suelo.

La gata empezó a correr escaleras abajo en dirección al jardín.

Aurore miró de nuevo la casa, haciendo una mueca.

Aquellas serían unas horribles vacaciones.

——— ♧ ———

Las cenas en la casa de los Di' Vouvant eran muy incómodas, dado que los tres miembros de la familia no intercambiaban más que un par de palabras durante todo ese tiempo.

𝓡.𝓐.𝓑. ♡ 𝒜. .𝒟'𝒱. ⤑ 𝓡𝓮𝓰𝓾𝓵𝓾𝓼 𝓑𝓵𝓪𝓬𝓴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora