IX | Ahogados.

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El agua se movía al compás de los movimientos que hacía Aurore al mover los pies en las aguas cristalinas de la piscina. A su lado, el azabache solo miraba su distraído perfil. Ahora que la detallaba mejor, se daba cuenta de la sombra de melancolía permanente que siempre parecía acompañarla, por más que se esforzara por mostrarse como alguien tan alegre.

La imagen perfecta que había mostrado hacía unas horas atrás había desaparecido por completo, dejando ver a aquella muchacha que Regulus había conocido en los días en Hogwarts, cuando, después de su primera clase, se la había estado cruzando bastante seguido.

Habían pasado quizá dos horas desde que llegaron a aquella piscina, donde sólo se sentaron en el bordillo y la chica empezó a jugar con el agua, mientras él solo se dedicaba a observarla o pensar.

En silencio, así estuvieron todo el rato.

Era un silencio que ninguno de los dos había experimentado antes. Un silencio cómodo que sólo era interrumpido por el danzar de las aguas y eventualmente por un suspiro del uno o del otro, pero, pese a lo poco que se conocían, resultaba cómodo.

Cada uno tenía sus preocupaciones ahora que Lord Voldemort ganaba fuerza y se esforzaba por asesinar a aquellos quienes consideraba inferiores o se oponían a sus ideales.

Ambos adolescentes lo sabían, sabían bien que allí fuera había un total peligro que los acechaba, y, como miembros de familias ilustres y prestigiosas, debían seguir aquel camino que se les había trazado.

Pero preferían ignorarlo si solo obtenían un poco de calma antes de la tormenta.

—¿Qué significa ser libre para tí?

La voz de Aurore fué un susurro que si no fuera por el silencio que los acompañaba Regulus no habría podido oír.

El azabache se sorprendió por la pregunta, y no supo responderla durante unos minutos en los que solo guardó silencio, perdido entre las posibles respuestas que podía darle.

—Para mí significa poder hacer lo que se te venga en gana sin necesidad de preguntar a nadie si puedes o no —dijo con amargura antes de que Regulus respondiera—. No tener que seguir las órdenes de un desquiciado sediento de poder solo porque tu familia decide besarle los pies por sus deseos de genocidio y grandiosidad.

Él la miró con atención, como si estuviera tratando de descifrar un enorme secreto.

—¿Acaso no estás de acuerdo con los ideales de nuestro señor? —le preguntó.

Aurore bufó.

—Ese no es señor de nadie, mucho menos mío.

Regulus sonrió. Si se tratara de otra persona, muy seguramente ya estaría enfrascado en una pelea para defender el honor del hombre que estaba de acuerdo con la purificación de la sangre, cuyas ideas seguiría si aquello significaba tener felices a su familia.

Pero era Aurore, ya se lo esperaba de ella.

—Cuida tus palabras, podrías tener problemas —le advirtió, sin perder la pizca de diversión.

Lo miró con una ceja en alto.

—¿Con quién, Regulus? ¿Contigo?

—Tal vez.

Nuevamente, Aurore bufó.

—Oh, no me digas que mi abuelo tenía razón al llamarte mocoso purista —giró los ojos—. Esperaba más de tí, Black.

El azabache de encogió de hombros, sin despegar su mirada del perfil de la chica hasta que finalmente ella volteó y sus ojos se encontraron. Azul y gris, una fría combinación de la que no podría salir nada bueno.

𝓡.𝓐.𝓑. ♡ 𝒜. .𝒟'𝒱. ⤑ 𝓡𝓮𝓰𝓾𝓵𝓾𝓼 𝓑𝓵𝓪𝓬𝓴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora