12 San Valentín 1/2

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Después de su conversación, en la que Draco insinuó que lo más probable era que se uniera a los mortífagos, Zabini se despidió de él, dejándolo solo en sus aposentos para que pudiera descansar y reflexionar sobre su decisión. Draco aún daba vueltas al asunto, sabiendo que tarde o temprano tendría que decírselo a Harry, pero por el momento, quería disfrutar del poco tiempo que le quedaba a su lado. Se fue a la cama con el estómago vacío, sabiendo que mañana sería otro día.

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En la torre de Gryffindor, Hermione ya había salido de su habitación y abrazó a los dos muchachos con una sonrisa de oreja a oreja. Decidieron que los tres cenarían juntos en el salón común, deseando pasar un rato tranquilo y charlando animadamente, ahora que habían vuelto a ser el Trío Dorado. 

Harry llamó a Dobby, y el elfo doméstico se presentó rápidamente ante su amo. -Tomaremos la cena aquí, si no te importa.- Le sonrió al elfo. 

A Dobby le brillaron sus ojazos enormes, y en un abrir y cerrar de ojos, tenían toda la cena de esa noche dispuesta ante ellos. Hermione frunció un poco el ceño, preocupada por la esclavitud de los elfos domésticos, pero decidió no mencionarlo en ese momento. En su lugar, suspiró y esbozó una pequeña sonrisa, dispuesta a disfrutar de la noche de reconciliación de sus amigos.

-Venga, Harry, ¡come! ¡Mañana será un día grandioso!- Exclamó Hermione con los ojos radiantes.

Ron y Harry intercambiaron miradas, preguntándose si su amiga no se había vuelto un poco loca, pero luego sonrieron. Sabían que Hermione podía ser un tanto radical a veces. Después de la cena, tanto Ron como Hermione le preguntaron a Harry sobre lo ocurrido esa tarde. Harry optó por no contarles lo del Lago en ese momento, ya que era un poco tarde, y además había otros estudiantes en la sala común, algunos jugando al ajedrez mágico y otros estudiando en el sofá. En cambio, estos estaban sentados en una mesa mientras terminaban sus vasos de jugo de calabaza.

Después de un rato de charla, los tres decidieron retirarse a descansar. Se despidieron de Hermione en el balcón de piedra y luego entraron a la habitación de chicos.

-Ha sido un día extraño... -comentó Ron mientras se dejaba caer de alguna manera en su cama.

-Sí, la verdad... Pero bueno, no hay mal que por bien no venga, ¿verdad? -respondió Harry mientras se tapaba con las sábanas. En realidad, para él, quitando el conflicto con Ron y el malentendido con Draco, había sido uno de los mejores días de su vida.

-Espero que no se vuelva a repetir... ¡Digo nuestra pelea! claro...- Saltó rápidamente Ron, preocupado por no querer que hubiera malentendidos ahora que habían vuelto a ser amigos.

Harry se rio por lo bajo mientras le lanzaba una pequeña almohada a la cara de su amigo. Ron la atrapó al vuelo y la devolvió con un poco más de fuerza, riéndose abiertamente, y esta vez le dio en toda la cara sin querer.

Con el tiempo, ambos amigos se quedaron profundamente dormidos, cada uno sumido en sus propios sueños: Ron soñaba con arañas que bailaban claqué, mientras que Harry soñaba con un cierto rubio de piel nivea.

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El esperado día llegó finalmente, un domingo lleno de amor en el ambiente. Los estudiantes estaban ansiosos por dar sus regalos a sus amores secretos, mientras que otros asumieron que no recibirían nada. Algunos apasionados prepararon la poción Amortentia, la poción del amor, en un intento desesperado de conquistar amores inalcanzables, como era el caso de Draco Malfoy.

Perdiéndome Entre tus Brazos. (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora