17 Un corazón dolido es infranqueable.

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Harry caminaba lentamente, disfrutando de la tranquilidad de la tarde y la soledad del lugar. Sostenía la bolsita que Hermione le había dado para comer, y aunque le prometió que no la tiraría, no estaba seguro de si podría cumplir esa promesa. Sabía que se estaba volviendo extremadamente delgado debido a su falta de apetito, pero si su estomago estaba cerrado, ¿Qué podía hacer? Y todo por culpa de él. 

Descendió las escaleras hasta que finalmente llegó a su destino. El lago se extendía ante él, y a su lado se encontraba el pequeño embarcadero con botes sostenidos por magia. Sabía que era el lugar perfecto para quedarse, ya que rara vez bajaba alguien allí, excepto Filch para hacer su trabajo de limpieza, por lo que no sería molestado.

Se sentó en el suelo, cubierto de madera, y comenzó a observar los peces que ocasionalmente se asomaban en la superficie del agua. Después de un rato, abrió la bolsita y descubrió que contenía pan, un poco de carne y varias frutas. Tomó el pan y lo rompió en pedazos pequeños para luego arrojarlos al agua y alimentar a los peces.

-Los peces suelen relajar...debería de comprarme un pequeño acuario para poder mirarlo por horas cuando esté en casa de los Dursley. Aunque no creo que me dejen tenerlo...- Los peces continuaron nadando, y Harry los observó con una pequeña sonrisa nostálgica en su rostro mientras seguía desmenuzando trozos de pan para alimentarlos. Una sensación de tranquilidad empezó a apoderarse de él.

El viento soplaba de manera agradable, y el cielo pintaba un hermoso contraste de colores con las nubes y el sol, tiñendo el horizonte de tonos rojos y rosados. Era un momento simplemente maravilloso que distrajo temporalmente su mente de sus problemas, algo que agradeció enormemente. Sin embargo, esa paz no duró mucho, ya que su cabeza pronto lo transportó de vuelta a su encuentro fortuito con Draco. Harry apretó los puños involuntariamente.

-¿¡Por cuánto tiempo más vas a estar invadiendo mis pensamientos!?- Pensó. Su deseo de maldecir al rubio crecía con cada día que pasaba. En un arranque de rabia, agarró el resto del pan con la intención de lanzarlo furiosamente al lago, imaginando que era la cabeza de una serpiente fría y sin sentimientos. Sin embargo, su movimiento se detuvo en seco cuando otra mano se interpuso en su camino.

-¿Pero que demonios...?- Murmuró mientras giraba la cabeza lentamente, mirando de reojo unos pantalones negros. Continuó levantando la vista y se encontró con la camiseta con ribetes verdes que claramente pertenecía a un estudiante de Slytherin, lo que empezó a preocuparlo. Siguió con la mirada el recorrido de la camiseta hasta llegar al rostro de la persona frente a él.

Rezó por todos los Magos y Brujas para que la persona frente a él no fuera Draco, pero sus esperanzas se desvanecieron al ver esos ojos plateados, atravesándole los suyos.

-Casi me lo tiras a la cara.- Comentó Draco, observando el pan con desdén.

De un tirón, desarmó el firme agarre que tenía Draco a su muñeca, quedando libre. Se incorporó rápidamente, arrojando la bolsita que había estado sosteniendo momentos antes al suelo.

-¿¡Que cojones haces aquí, Malfoy!?- Harry preguntó, con una mirada llena de dolor y furia.

-No hables así, queda muy feo en ti.- Soltó Draco con calma, acercándose lentamente a él.

-Ahora me vas a venir a hablar de modales...jajaja...- Harry rio nerviosamente, sus emociones empezando a desbordarse. -¡¡Lárgate de aquí!!- Gritó, perdiendo la calma.

Pero Draco no se dejó intimidar. Cada paso que daba lo acercaba más a Harry, que retrocedía hasta llegar al borde de la plataforma de madera, sin posibilidad de escapar. -Tengo que hablar contigo, y no me puedo ir sin antes explicar...- 

Perdiéndome Entre tus Brazos. (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora