18 Resiliencia.

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Después de aquel tenso encuentro, las semanas siguientes fueron un verdadero infierno tanto para Harry como para Draco. Harry, por un lado, construyó una coraza a su alrededor que solo permitía que Hermione y Ron traspasaran. Aunque volvió a comer de manera regular y a sonreír, todo era un espejismo, una fachada para ocultar su dolor y protegerse de las heridas emocionales que aún no habían sanado por completo.

Por otro lado, Draco, esa serpiente atribulada, trabajaba sin descanso. Aparte de sus intentos infructuosos de hablar con Harry, se centraba en el maldito armario que permitiría a los Mortífagos infiltrarse en el castillo y cumplir su misión de asesinar a Albus Dumbledore. Era su responsabilidad llevar a cabo este acto vil, y pasaba días enteros sin asistir a clases o a comidas, lo que Harry notaba aunque tratara de minimizarlo.

-No pienso demostrar ni debilidad, ni interés. Que triste fue darme cuenta que no vales la pena, no vales mis preocupaciones ni mucho menos mi amor por ti, Malfoy.- Pensó. En una de las clases conjuntas donde Draco volvió a brillar por su ausencia. Sus sentimientos heridos lo impulsaban a mantenerse firme en su decisión de alejarse de Draco.

Pero, a pesar de sus convicciones y esfuerzos, Harry no podía evitar sentir cierta preocupación y curiosidad hacia Draco. Cada vez que lo veía en las pocas clases en las que aparecía, notaba las profundas ojeras bajo sus ojos, similares a las que él había tenido en un pasado no tan lejano. Draco parecía nervioso y distraído, incapaz de concentrarse en las lecciones. Su actitud defensiva y hasta agresiva al enfrentar a los profesores le llevaba a ser expulsado de las clases en varias ocasiones. A pesar de todo, Harry sabía que su curiosidad sobre las acciones de Malfoy seguía latente, aunque se esforzara por mantener su distancia emocional.

Llegó una fecha importante para la escuela y el propio director Dumbledore: su cumpleaños. La comunidad estudiantil hacía apuestas sobre su edad, llegando a exagerar con cifras como 200 años. Con motivo del festejo, a la hora del desayuno, Dumbledore dio un pequeño discurso. anunció que había invitado a una cantante conocida tanto en el mundo mágico como en el muggle para dar un concierto esa noche, y pidió a toda la escuela que asistiera al evento. Todos estaban ansiosos por descubrir qué cantante famosa se presentaría esa noche en el Gran Comedor para celebrar la ocasión.

Eran las 19:00 de la tarde de ese día, y el Gran Comedor ya se estaba llenando de estudiantes ansiosos por ver a la famosa cantante. Harry, Ron y Hermione se dirigían hacia el lugar. A pesar de que Harry no tenía muchas ganas de asistir a un concierto en ese momento de su vida, había prometido a Hermione y Ron que los acompañaría.

-Hacia mucho que no venían cantantes a Hogwarts, ¿Verdad?- Dijo Hermione entusiasmada.

-Si, más o menos desde cuarto curso, cuando McGonagall me obligó a bailar con ella en el ensayo de baile de navidad...¡¡Dios, que repelús!!- Le dio un pequeño escalofrió a Ronald. 

Harry simplemente los escuchaba charlar animadamente, últimamente le gustaba mucho escuchar sin dar su opinión, y aunque no se metiera de lleno en la conversación, al menos se distraía con ello. Bajaron las escaleras y llegaron al Gran Comedor, donde se dieron cuenta de que las mesas habían sido retiradas para dar paso a filas de sillas, y al final del comedor había un escenario.

-Los primeros asientos ya están ocupados, qué mala suerte -Murmuró Hermione con un pequeño puchero.- Bueno, al menos sentémonos en medio, ¿de acuerdo?-

-Si...- Respondió Ron, y comenzaron a caminar hacia su lugar. 

Desde allí, observaron cómo más estudiantes llenaban el comedor. La mayoría de Hufflepuff ya estaba presente, y aproximadamente la mitad de Gryffindor y Ravenclaw también. En cuanto a Slytherin, solo había pequeños grupos que se sentaban al final del comedor.

Perdiéndome Entre tus Brazos. (Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora