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Hace seis meses

Estaba caminando rumbo a mi departamento después de un largo día de trabajo. Hacía mucho calor, pues apenas estábamos a mediados de agosto. La empresa me tenía atareado y cansado. Aunque no podía quejarme tanto.

¿Yo? Yo soy Michael Thompson de 23 años. Un alfa un tanto solitario, o así me considero yo. De mi vida no hay mucho que decir.

Nací siendo un Alfa, un prestigio para mí familia. Mi "madre" es una Alfa y mi "padre" un Omega. Nunca tuve una relación tan estrecha con ellos. No los odio, es solo que no serían las primeras personas a las que llamaría en caso de una emergencia. Tal vez se deba a la constante presión que ejercieron sobre mi en mi infancia.

Tengo una hermanita de 12 años, Mily. Ella es una Omega muy hermosa e inteligente, y estoy seguro que tendrá un futuro exitoso. La amo demasiado, creo que ella es la única razón por la que visitó a mis padres.

Cuando me gradué de la universidad me mudé a la ciudad. Ahora vivo en un departamento y trabajo en una empresa de producción. Llevo una vida estable por así decirlo.

En cuanto a mi soledad, nunca he encontrado una persona que me haga sentir completo. Además, desde pequeño se me enseñó la historia de los destinados. Esos Alfas y Omegas afortunados que encontraban a su otra mitad.

No es que crea profundamente en eso como para no buscar pareja. Lo he intentado, pero simplemente creo que el amor no es para mí. Tal vez, muy en el fondo, sigo esperando a mi Omega destinado.

¿Cómo se encuentran los destinados? Por Silbidos. Silbidos que solo esas dos personas pueden oír. Nunca ha funcionado el mío, tal vez mi destinado está muy lejos de mí. Normalmente él silbido está en nuestra mente, y se supone que cuando lo usamos, la otra persona lo escucha también.

-Buenas tardes Michael- oí la voz de mi vecina Aurora.

Ella es una Omega viuda con dos hijos. Según ella, su difunto esposo era su destinado. Ella siempre me ha ayudado y sus hijos alegran el edificio. Contaba todo tipo de historias de ella y su esposo.

-Buenas tardes- saludé sonriendo.

Tenía a su pequeño hijo Thomás, de dos años, en brazos. Noté que llevaba bolsas en su otra mano y al parecer no podía sacar las llaves del departamento.

-Permitame ayudarla- dije y señalé sus bolsas.

Tomé a su hijo en brazos y cargué las bolsas. Ella sacó las llaves y abrió la puerta.

-Muchas gracias Micky. Necesitaba esa ayuda- dijo sonriendo.

"Micky" era un apodo cariñoso. Normalmente solo lo usaba mi hermana, ya que me molestaba que me llamaran así, pero si es ella creo que está bien.

Nos despedimos, le devolví sus bolsas y a su hijo y entré a mi departamento. Busqué un pañuelo para quitar la saliva que había quedado en mi cabello. A Thomás le gustaba morderme el pelo.
Aurora decía que a su hijo le gustaba el color negro, y como mi cabello es negro le gusta.

Dejé mi maletín en el sofá y me quité la corbata, la cuál tiré por ahí. Igual mañana no tendría que ir a trabajar. Me senté de un tirón en el mueble y desabroché los botones de mi traje. Estaba cansado.

Vi como Alex caminaba hacia mí. Alex es mi gato de tres años. Siempre me ha acompañado en todos los momentos.

Se subió sobre mi regazo y empezó a maullar.

-Sí, ya se que tienes hambre. Solo déjame descansar un poco- dije acariciando su pelaje.

Alex ronroneó. Dejé de acariciarlo y el volvió al piso. Me levanté y fui a la cocina. Abrí los cajones en busca de la comida de gato. Vertí el contenido de la caja en su pequeño plato azul, y llené de agua el rojo. Alex enseguida empezó a comer.

Silbidos (Yaoi/Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora