Llegué a casa lo más rápido posible. Quería hablar con Jason y explicarle que rechacé la confesión. Me urgía hacerlo.
Estando ya en la sala escuché sollozos que provenían de la habitación. Caminé lentamente sin hacer ruido hasta la puerta, la cuál estaba cerrada. Escuché cada una de las palabras que decía Jason detrás de la puerta. Palabras que a veces eran calladas por sollozos.
-Soy un estúpido... ni siquiera snif... tengo razones para ponerme así- decía. -Será obvio que algo así pasaría. Michael es un alfa guapo y no tiene olor a Omega, por lo que todos se le acercan-
Su llanto fue disminuyendo a medida que hablaba. Al parecer se estaba calmando.
-Él es... Increíble y se merece lo mejor. Y yo no lo soy. Él merece un Omega que le pueda dar cachorros y puedan ser una familia feliz. Una familia que no sería juzgada por la sociedad. ¿Por qué? ¿Por qué tenías que ser tan cruel con él? Maldito destino. Mira que venir a juntarlo con un alfa idiota como yo-
Cada palabra que decía me quebraba el corazón. Él se estaba menospreciado y me estaba poniendo a mi en un pedestal. ¿Y que es eso de la familia? Después de este tiempo juntos debería saber que la familia que quiero es a él. No necesito más. ¿Juzgados por la sociedad? La sociedad que se joda. Alfa tonto.
Iba a entrar en la habitación pero sentí como comenzó a reírse.
-Que estúpido soy. Debí alejarme desde el primer momento. Mis padres tenían razón, soy un inútil bueno para nada. Tal vez deba irme, sería lo mejor. Pero no puedo. A pesar de todo, soy un egoísta y amo tanto a Micky. ¡Lo amo! ¿¡Entiendes!? ¡Lo amo tanto que no puedo dejarlo! ¿Eso me hace egoísta? ¿Me hace egoísta querer tener a Micky solo para mí? Entonces lo admito, soy un maldito egoísta-
Realmente sus palabras tocaron mi corazón. A pesar de ser un alfa como yo, lloraba por pensamientos erróneos. Sentí que siguió llorando, en voz baja, como si quisiera callar su llanto y sufrir en silencio.
Ya no aguanté más. Abrí la puerta de la habitación para ver cómo Jason lloraba hecho bolita en la cama. Me acerqué rápidamente a él y lo abracé.
-¿Micky?-
-Jamás vuelvas a llamarte estúpido ni menospreciarte. Eres lo mejor que me ha pasado y no pienso dejar que te dañes a ti mismo ni sufras por mi culpa- hablé rápido y con seriedad.
El parecía sorprendido. Sus ojos llorosos brillaban más que nunca. Sentí sus mano tocar mi espalda. Me correspondió el abrazo. Sentí que se estaba calmando un poco, pues dejó de llorar. Pero no terminaría ahí.
-Y escúchame bien Jason Evans, el destino jugó bien su papel. Puso en mi vida un regalo que apreciaré y amaré por lo que resta de mi vida. Te amo, y que me ames no te hace egoísta. Quiero que sepas que rechacé y rechazaré todas las propuestas que me hacen, porque no me hace falta nada más que tú. Tu eres mi nueva familia y yo soy la tuya. Entiende eso. Te amo- finalicé.
Sentía que iba a llorar otra vez así que lo besé tiernamente. Acaricié su mejilla derecha limpiando cada rastro de lágrimas. Su respiración se calmó un poco. Al final terminó dormido abrazado a mi.
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-¿Ya estás mejor?- pregunté a Jason entregándole una taza de té.
Él estaba sentado en la cama. Había acabado de despertar. De pronto se sonrojó y miró hacia otro lado.
-Perdón, no sé que me pasó. Normalmente esas inseguridades vienen en el paquete de Omega, no de Alfa. Perdón por las molestias- se disculpó.
-hey- me senté a su lado y acaricié su mejilla. -A veces los alfas también pasamos por crisis así. Normalmente somos agresivos no sentimentales, pero está bien- aclaré.
-¿Cuánto escuchaste?-
-No sé si todo, pero creo que la mayoría- respondí sincero.
El volvió a sonrojarse. Estoy empezando a pensar que tiene muchos más rasgos de Omega de lo que me imaginaba.
-Dejando el tema de lado ¿Que pasó con la chica?- preguntó.
-La rechacé. No necesito a alguien que no seas tú- respondí besando su frente.
Tomó unos sorbos de té y luego volvió a hablar.
-Estaba pensando en conseguir trabajo- habló.
-¿Por qué?-
-Quiero ayudarte con los gastos en la casa. En sabe mal que seas tu quien me mantenga. A pesar de todo sigo siendo alfa- explicó.
-Tienes razón. ¿Y dónde piensas trabajar? ¿siquiera terminaste tus estudios?-
-Hay una cafetería cerca. Me llevo bien con la dueña. Ella me ofreció trabajar ahí como mesero. Le dije que lo pensaría y mañana le daría una respuesta- contó.
-pues que bien. Me alegro por ti. Mi bebé está creciendo- toqué tiernamente su nariz.
-No hables así. Pareces una madre- rió.
Yo reí con él. Lo dejé tomarse el té y salí de la habitación para jugar con Alex y dejar que durmiera, después de todo, ya era de noche.
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