⚜ ❝𝗚𝗢𝗟𝗗𝗘𝗡 𝗗𝗬𝗡𝗔𝗦𝗧𝗬❞ ⚜️ [Michaeng] [G!P] [ʙɪʟᴏɢɪᴀ]

𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝐕𝐈𝐈𝐈. 𝐂𝐎𝐌𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐎.

El Rey se levantó del trono con un semblante pálido pero oscuro, nadie sabía lo que pasaría. El Conde por su parte esperaba una respuesta positiva.

Dos de los guardias del Rey le siguieron por delante y allí fue cuando Son Minho temio por su vida.

Minho se imaginó su cabeza en una estaca y como las moscas y los pájaros se lo tragarian, el miedo invadió su cuerpo y pensó en pedir disculpas y arrodillarse ante su Rey antes de lo esperado. Apunto de hacerlo su Rey se plantó frente a él.

Fue cuando El Rey Akira I le tendió la mano que todos los presentes allí se sorprendieron, pensaron que el Rey no aceptaría, después de todo si el quería podía matar al Conde por su atrevimiento y insolencia, después de todo hablaba de su hija, su sucesora.

No cualquier mujer podia cargar en su vientre a una futura princesa.

Además si un príncipe quería se podía hacer de la virtud de cualquier doncella sin afrontar un castigo, después de todo era un príncipe, así que con su hija siendo una princesa era aún más válido que hiciera lo que le viniera en gana. La joven Chaeyoung simplemente podía ser desplazada y enviada a un convento por el resto de su vida si el Rey asi lo quisiera.

Pero el Rey Akira era cualquier cosa menos un mal padre que deja que sus hijas hagan y deshagan por donde sea.

El era un hombre honrado, por esto iba a aceptar y dejaría que a su hija le pesarán sus consecuencias.

En realidad sabia que esto era todo lo que Mina quería así que le dolía tener que casarla con Lady Chaeyoung después de pensar toda su vida con quien casaría a Mina, ahora esta decisión parecía como si le diera un premio por hacer esta barbaridad.

No sé beneficiaban en nada con esta unión, pero ciertamente para su buena fortuna, la muchacha era de cuna noble y lo más importante era rubia.

Minho lo vio incrédulo y sorprendido al instante una sonrisa enorme adorno su boca. Enseguida tomo su mano y beso su dorso en señal de agradecimiento y respeto, sus labios también se toparon con el gran anillo en su dedo índice.
Al subir la mirada el Rey le indicó con la cabeza que lo siguiera.

El día había terminado con un compromiso, y no cualquiera, era el de la Heredera al trono, la Princesa Mina.

–... Justo allí. – Señaló con una voz suave el joven mozo.

Mina tomó el arco con más firmeza, el ciervo se quedó quieto y pareció oir como puso la flecha, pero ya era tarde para que huyera, en ese momento se acomodó y soltó la flecha con fuerza.

Todos los que estaban detrás de ella, siguieron la flecha con la mirada hasta que se clavó en el ojo del ciervo, traspasandole el cráneo.