Entre nosotros

Capítulo 1

                 El sol de la mañana trajo brotes de sol dorados por sobre la ciudad, incluyendo al departamento tenuemente iluminado de Martina, quien abre los ojos permitiendo que los recuerdos de la noche anterior se arremolinen dentro de ella. Un profundo sentimiento de desilusión la invade mientras recuerda los hechos transcurridos en aquel hotel tan lujoso de Puerto Madero.

              Sus expectativas previas al encuentro eran espectaculares; soñaba con que su antiguo amor le pida disculpas, finalmente sanando la herida de su partida. El abandono de Enzo había sido como un puñal, y, tontamente, ella esperaba que él lo reconociera. Que se hiciera cargo de lo mucho que la lastimó. Que, secretamente, el futbolista haya tenido una excelente razón para irse sin siquiera despedirse. Una razón tan buena que sane el corazón destrozado de Martina, permitiéndole, finalmente, sanar.

En cambio, la reunión con el chico que una vez había sido dueño de su corazón, terminó siendo no más que un recuerdo de la distancia que ahora los separaba. Las intenciones de Enzo eran claras, y si bien para Martina fueron una sorpresa que la dejó sintiéndose incomprendida y vulnerable, cómo deseaba dejarse llevar entre sus sábanas.

El marco alto y atlético de Enzo se había incrementado con el pasar de los años. Incluso por sobre la remera se le remarcaban los músculos. Sus brazos se veían aún más fuertes que antes, los tatuajes viejos que Martina conocía tan bien habían sido cubiertos por dibujos nuevos, mejor hechos. Durante su tiempo en aquella habitación del hotel, ella se descubrió a sí misma investigando el cuerpo de su antiguo amor. Queriendo encontrar consuelo en aquellos lugares familiares. Aquella frase en inglés mal escrita, la cicatriz detrás de su oreja provocada por una caída torpe cuando era niño, la mancha oscura en el iris de su ojo izquierdo. Todo le dolía. Había pasado los últimos cuatro años sofocada por el dolor del abandono; no era capaz de olvidarse de él, de seguir adelante, de centrarse en sus proyectos. Todo parecía haberse desmoronado con la partida de Enzo, inclusive su confianza en su misma. Incluso así, sumergida en la más profunda tristeza, y ante el total desinterés de Enzo, las ganas de rendirse ante él eran tentadoras. Y claramente él estaba dispuesto a dárselo todo. Incluso se había esforzado en poner la habitación a tono, y en aquel momento que la tuvo enfrente se deshacía de ganas de sacarle la ropa, de tenerla en su cama, como aquella primera vez que, entre choques nerviosos y risitas cómplices, compartieron su primera experiencia.

De todas formas, el encuentro de la noche anterior había prendido un fuego dentro de Martina, una idea clara se plantaba en su mente: tenía que confrontar a Enzo. Exigirle el perdón que necesitaba para obtener un cierre, y así permitirse a sí misma tomar las riendas de su vida. Había pasado demasiado tiempo nadando en el dolor del abandono y la confusión, sintiéndose de alguna manera responsable por la decisión del futbolista de partir sin si quiera despedirse. Martina sabe que necesita tomar las riendas de su propio destino, incluso si aquellas emociones y sentimientos no resueltos continuaban carcomiéndola.

Con una nueva fiereza descubierta, Martina empuja el acolchado para pararse de la cama. Afortunadamente, el fin de semana no tenía clases y le permitía ponerse al día y organizarse con sus ideas, aquellos conceptos que hace tanto había enterrado en el fondo de su cabeza pues la misma estaba demasiado ocupada en él.

Sorbe su café desde su escritorio con el plan de estudios frente a ella. Martina siempre había sido sobresaliente en sus estudios, pero más allá del éxito académico que la hizo destacar durante el secundario, y le permitió mantener un promedio satisfactorio en la facultad, era consciente de que no estaba dando lo mejor de sí, desorientada por lo que el futuro le ofrecía, no había hecho grandes esfuerzos para avanzar con su carrera universitaria. Pero todo eso estaba atrás.