Capítulo 2

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Una luz azul tenue iluminaba el gimnasio mientras el continuo golpe rítmico de los saltos de Enzo en la cuerda hacía eco en el espacio vacío. La soga golpeaba secamente el piso en cada salto, alimentándose de la frustración interna del futbolista. Desde su llegada a la ciudad, el ejercicio parece la única salida para las emociones negativas que lo persiguen.

Mientras llega al final de su rutina y el sudor gotea sobre sus cejas, "la perla" del Chelsea no logra escapar del recuerdo de la mirada decepcionada de Martina la noche anterior. El peso de haberla herido nuevamente le genera una molestia en la nuca como si un continuo sarpullido se estuviera desarrollando en la zona. Comienza a comprender la necesidad imperiosa de viajar al país al relacionar el contraste entre su lujosa vida en Inglaterra contra la angustia que le generaba todo lo que había dejado sin resolver en el lugar que lo vio nacer y desarrollarse como profesional.

A pesar de ser su tercer día fuera de Inglaterra, no es capaz de abandonar el hotel para dirigirse a su casa. Enzo había comprado una vivienda cerca del barrio, pero lo aterra la idea de acercarse y que lo reconozcan; que sepan que está ahí. Su vergüenza lo bloquea y a pesar de las intensas ganas de reencontrarse con todos los que dejó atrás, no es capaz de salir del refugio lujoso en el que se encierra. Necesita volver. Necesita visitar a sus parientes, a sus amigos, a Martina. Mirarla a la cara y convencerla de que lo perdone. Si hay alguien con la capacidad de manipular a Martina Smitt, es Enzo. Siempre fue capaz de tenerla donde quiso, de lograr que acepte todas sus condiciones, pero se pregunta si después de lo ocurrido en aquel primer encuentro después de tantos años habrá cambiado algo.

Martina es una persona insegura y él lo sabe, no sólo por lo que recuerda de su relación adolescente, si no porque lo vio en sus ojos cuando él la invitó a la cama. La vio vulnerable, como si otra vez tuviera quince. Más allá de los años, la rubia seguía siendo como un libro abierto: sus expresiones, sus miedos, sus convicciones... todo eso brillaba en sus ojos con la misma intensidad de siempre. Sin embargo, el futbolista no era totalmente consciente de la gravedad de sus acciones en la vida de ella, por más culpa que sienta, cambió en transcurso de la vida de Martina y no es capaz de asimilar que la noche anterior fue la gota que colmó el vaso.

Agotado, vuelve al refugio de su habitación para agarrar su celular y teclear rápido un mensaje.

Enzo: euuu q onda
Enzo: Martu queria pedirte perdón si te incomode ayer, la verdad q te extrañaba y flashe cualquiera
Enzo: si te parece, me gustaría pedirte perdón cara a cara.. nos podremos ver?

Se rasca la nuca y deja el celular en la cama, listo para ducharse. Por más interés que le genere volver a tener a la rubia a sus pies, entre tanto decidió darle una chance a la chica que no lo dejaba de mirar mientras hacía sus ejercicios. Arreglaron para verse esa misma noche.

Cuando vuelve a agarrar el teléfono con la toalla envuelta en su cintura, ya lo esperaba una respuesta:

Martina: Hola. Yo también quisiera que hablemos. ¿Te parece que nos veamos mañana a la noche?

Enzo: Dale hermosaaa
Enzo: te busco?

Martina: Estoy en La Plata, Enzo. Si seguís en el hotel, voy hasta ahí.

Enzo: bueno
Enzo: te busco a la estación o a la terminal entonces
Enzo: o a dnd m digas

Martina: Tranqui. Yo voy sola. Nos vemos mañana a las 8.

Enzo: de una

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