Capítulo 3

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12 de Noviembre, 2023.

El peso que solía estar instalado en los hombros de Martina, se transformó en una nube que flotaba con gracia sobre su cabeza, y finalmente la rubia fue capaz de sostenerla y compactarla para crear un camino que le marque la dirección en la que avanzar.

Con su foco en los estudios, el final de la carrera repentinamente no parece algo tan lejano, aunque sí debía intensificar el ritmo.

La rutina de Martina consiste en viajar diariamente desde la facultad, a la biblioteca, y nuevamente a la casa. A las cuatro de la tarde del sábado, se da cuenta de que no comió nada en todo el día, el estómago le ruge y decide darle una pasada más al repaso antes de levantarse a buscar un almuerzo, o merienda, o cualquier cosa.

—...la cohesión necesariamente precede a la coherencia. —repite en voz baja las frases que recuerda del texto, con el libro cerrado frente a ella, frunciendo los ojos intentando acordarse mejor. —La diferencia entre una y la otra es que la coherencia se refiere a que las oraciones estén gramáticamente conectadas, y la cohesión busca la conexión entre ideas.

—Al revés. —Sentencia una voz masculina, provocando que Martina se de vuelta.

—¿Qué?

—Al revés, coherencia es la relación entre ideas, cohesión es la relación sintáctica o léxica.

—No. —Discute Martina frustrada, segura de lo que estaba diciendo. ¿Qué onda este que viene a manspleinear?, piensa. — Coherencia es la relación entre los elementos de un texto.

—No. Coherencia es la relación entre las ideas, ¿Si no porqué diríamos que hay incoherencias cuando hablamos?, quiere decir eso, que lo que estás diciendo no tiene relación entre sí. Por ejemplo, que digas que la cohesión es la relación entre ideas es incoherente, ¿entendés?

—Mirá, gracias por la ayuda y todo, pero estoy segura de que el texto dice...

—¿A quién estas leyendo? —El varón se acerca hasta la mesa de Martina, buscando el material de lectura de la rubia. —Chih-Hua Kuo. —Lee la tapa del libro. —Está bueno ese libro, pero es muy rebuscado. Para mí Renata Povolná lo explica mucho más claro. Está en la bibliografía complementaria si querés fijarte. Igual acá dice: —Señala una oración del libro donde se reafirma exactamente lo que él había dicho, provocando que a Martina se le pongan los cachetes colorados. Odiaba no tener razón, sobre todo cuando la corregía un chico con apariencia de haber pasado más horas de su vida en un gimnasio que en una biblioteca.

—Igual no te pedí ayuda. —Responde ella, hostil, y él se rie.

—No, pero parece que la necesitás.

Con un fuego rabioso ardiendo en lo más profundo del cuerpo de Martina, busca las palabras indicadas para no sonar grosera. La situación se complica al levantar la vista para mirar a quien la acaba de corregir.

Lo conocía de vista, compartían un par de clases, pero no sabía su nombre. Si recuerda que él es muy participativo, y recuerda opinar que le pareció pedante cuando una profesora elogió su pronunciación en inglés y él se puso a hablar sobre el tiempo que había vivido en Nueva York ayudando en una oficina de su padre.

—Tranquilo que no, ¿No tenés nada que hacer?, porque yo estoy bastante ocupada. —Sentencia, sugiriendo que el chico se vaya.

—No, pero me gusta ayudar a mis compañeras. —Sonríe con una mueca burlona y Martina revolea los ojos.

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