Capítulo 6

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No había sido su intención tener una actitud tan siniestra, de hecho, planeaba todo lo contrario. Enzo estaba enteramente satisfecho con sus logros personales y el camino que había recorrido para reencontrarse con sus raíces. Las cosas le estaban saliendo bien, en su mayor parte. Mauro y él se juntan casi todos los días, y entre los dos formaron una camarería que Enzo aprovecha para realizar todas esas tareas que lo incomodan.

En las últimas semanas había visitado a casi todo el barrio, había ido a sacarse fotos con el mural de su cara que pintaron en el colegio donde asistía de joven, e incluso se había jugado un par de partidos de fútbol cinco con sus excompañeros de club. Sus días estaban cargados de anécdotas y encuentros de gente que no veía hace años, algunos incluso eran aburridos para él, pero con su amigo a su lado era capaz de afrontar el día con calma y tranquilidad, incluso lidiar con los excesivos halagos se había convertido en algo que podía manejar.

Se sentía tan bien encaminado que había juntado, con el apoyo de su amigo, claro, el valor necesario para afrontar la más ardua, pero más placentera de las tareas: conseguir revivir la relación con Martina.

Los primeros intentos habían sido fracasos importantes, ella parecía haber cambiado su teléfono porque los mensajes que él le envió jamás le llegaron. Intentó escribirle por alguna red social pero no la encontró. Asumió que, como le habían comentado por el barrio, ella estaba tan enfocada en sus estudios que quizás había decidido borrar aquellas aplicaciones de su celular.

Tras una larga investigación, y muchas entrevistas con conocidos en común, Enzo consigue la dirección de la casa de Martina, y sin esperar demasiado, se dirige hacia la ciudad de las diagonales esperando encontrarla.

Nunca se le había pasado por la cabeza que quizás ella estaba haciendo un esfuerzo para no verlo, nunca... hasta el momento en el que la vio bajar del auto de Tomás.

La temperatura dentro del vehículo desciende gradualmente, creando una atmósfera fría. El conductor, aunque aún manteniendo la compostura, siente como el frío se filtra a través de sus emociones. El viento fresco sopla a través de las ventilaciones, simbolizando la corriente de emociones que fluye en el interior del automóvil.

El sonido suave de la música del sistema de audio parece cambiar, adquiriendo un tono más melancólico, acorde con el estado de ánimo de Enzo. El paisaje urbano se desvanece en la distancia, mientras la temperatura dentro del habitáculo sigue descendiendo, encapsulando la sensación de enfriamiento emocional.

Aunque el BMW del deportista mantenga su elegancia y desempeño impecables, se convierte en un testigo silencioso de un momento en el que las emociones del conductor han cambiado. El clima refleja la pérdida de calor emocional que sintió al ver a Martina besar a Tomás. No tenía claro dónde había sido el beso, pero la conocía lo suficiente como para entender que eso no hacía la diferencia.

Arranca el auto rumbo a su casa otra vez, sintiendo que lo único que lo puede hacer sentir peor, es que Martina sepa que estuvo ahí.

La autopista brillaba con el tráfico propio del fin de semana, pero Enzo se siente oscuro. Qué tarado que se siente. De repente todas las mejorías que había observado abriendo su corazón, permitiéndose sentir, le juegan en contra. Dolía el doble cuando se permitía sentir. Todo el mundo le había dicho que ella estaba enamorada y se siente un iluso por comerse el cuento. Era obvio que alguien como Martina no perdería el tiempo en alguien como él. Estas ideas no dejaban de rondar la cabeza de Enzo, quien deja caer lágrimas que parece contener no solo desde hace unos minutos, sino años.

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