Kapitel 7

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Bill caminaba de regreso a su hogar, bueno al taller, quizá hogar era algo que nunca había conocido desde su nacimiento o mejor dicho, desde que fue robado de su verdadera familia.  Se limpiaba las lágrimas que empapaban sus mejillas, ahora el maquillaje era un desastre, caminaba de manera torpe un poco cegado por su propio dolor mientras recordaba cada palabra que le había dicho su "madre".


 - ¿Besaste al príncipe? ¿TE GUSTA ACASO? -Dijo Serena, tomando a Bill por los hombros y lo agitó al ver que se quedaba callado- Pero dí algo.


- N..No lo sé... -Bill miraba con los ojos en grande a su madre, no sabía si lo que había hecho era tan terrible.


- ¿No lo sabes? -Alzó una ceja dando unos pasos hacía atrás, posó la mano en la mejilla y comenzó a caminar alrededor algo pensativa.


- Debo irme de aquí... No es hora...  Yo no... -Bill se tocaba el pecho pese a que hora no podía sentir aquel palpitar, una tristeza inmensa lo abundaba.


- NO... no, no, no... -Negó la fémina levantando el indice para negar al moverlo de lado a lado- Eso es bueno... -Se acercó de nuevo al pelinegro, acariciando su cabello para darle "consuelo"- ¿Él qué hizo cuando lo besaste?


- Bueno... -Se quedó estático, tan sólo sus ojos se movían evitando a toda costa los de Serena- En realidad él me besó... -Se mordió el labio inferior, sintiendo sus mejillas arder al recordar aquella escena.


- Él... -Una sonrisa llena de satisfacción se dibujó en el rostro de Serena, era el plan perfecto- Vaya, te está poniendo las cosas fáciles -Bill de inmediato la miró confundido, sin entender lo que estaba diciendo- En la guerra y en el amor todo se vale, pero, cuando el amor interfiere en la guerra el que más ama es el que pierde... -Palmeó con suavidad la mejilla del pelinegro- Desde tu nacimiento te he preparado para esto, tienes las de ganar, usa tu belleza y el amor de ese príncipe para destruirlo.


- ¿Qué? -Bill dio un salto hacía atrás tropezando con una piedra lo que lo hizo caer sentado pero eso no le importó ¿Había escuchado bien?- ¿De qué hablas? -Serena se inclinó hacía él, mordiéndose el labio inferior, quizá intentando no estallar de ira.


- Te recuerdo que eres el príncipe del Abismo, todas las inocentes criaturas que viven ahí sin poder salir al exterior, dependen de ti -Tomó las mejillas de Bill con fuerza, al punto de que sus largas uñas puntiagudas amenazaban con perforarle la piel- Has nacido para esto, llevas un titulo importante en la cabeza, además, recuerda quienes tienen tu lindo corazón -Movió la cabeza de Bill en dirección hacía donde se lograba ver el castillo a lo lejos- Fueron capaces de robarle el corazón a mi pobre hijo... -Llevó la mano desocupada a su boca, fingiendo un sollozo.


- Pero madre... -Lagrimas salían de los ojos del pelinegro sin poder evitarlo, algo en su interior decía que eso no estaba bien.


- Además -Empujó a Bill mientras se reincorporaba, entrecerrando los ojos al ver la debilidad que estaba mostrando el pelinegro- No olvides que eres el príncipe pero yo soy tu reina -Una neblina negra comenzó a formarse alrededor de Serena y sus pies se alejaban de la tierra-  Yo Serena la reína del Abismo, de tu tierra, te ordeno que traigas el corazón del Príncipe del Reino Sagrado, perfora su pecho y sacalo, lo quiero sin vida, AHORA LARGO!!! -Lanzó una rama llena de espinas hacía los brazos de Bill, apretandolos con fuerza lo suficiente para dejar su maldición y después desapareció junto a Serena.

Abismo Celestial ; TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora