CAPITULO 19

266 9 0
                                    

— Perfecto, te escucho — dijo Isaac acomodándose en la silla en frente de mi.

—Has dejado bastante claro que quieres casarte con mi hermana — dijo Moussa — ahora vas a tener que oír las condiciones que ella pone ante eso.

Como Issac no habla, decidí hacerlo yo.

— Vale: económicamente sabrás que no dependo de ti pero será tu trabajo mantenerme, no quiero irme a vivir lejos, hijos como mucho tres y si tienes algún secreto que pueda afectarme lo mejor es que me lo digas ahora, no soporto las mentiras.

— Lo ha resumido muchísimo — susurró mi hermano.

— Ah y espero que no quieras casarte conmigo por algún interés aparte de los obvios— termine.

— Que bien que lo tengas todo tan claro yo...— dejo de hablar cuando una mujer se paro en seco a su lado.

— ¿ Isaac ? — Hablo por fin la chica. Era...guapa la verdad. No seria mas mayor que yo. Piel negra, ojos profundos, y ¿ era una bolsa YSL la que llevaba ? Una chica con buen gusto, supongo.

— Aya. — dijo Isaac, hablo tan bajito que casi no pude oírle.

— ¿Quién es tu amiga? — Preguntó, con expresión seria, mi hermano

— Soy Aya — respondió ella sentándose en la silla que sobraba en nuestra mesa–. Puedo sentarme, ¿ no ?

Nadie respondió, ¿ para qué ? Si ya se había sentado. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Mi hermano estaba muy serio, probablemente resistiéndose a montar una escena. Isaac estaba...parecía asustado. Aya estaba muy sonriente y yo...extrañamente yo no sentía nada.

— ¿ De que os conocéis ? — rompió mi hermano por fin el silencio.

— ¿ Nosotros ? Pues... — empezó Isaac.

— Estuvimos saliendo un tiempo, de hecho estuvimos a punto de casarnos — apenas esas palabras salieron de la boca de Aya Isaac separó su mirada de la ventana que había estado mirando para culminarla con la mirada y a continuación mirarme para ver mi reacción.

Yo solo me reí, no fue una carcajada ni una risa suave, fue una pequeña sonrisa. Me reí de la situación y de Aya. De la necesidad que sintió de marcar territorio. Bien, era suyo. Había más hombres en el mundo, mejores en todos los aspectos. No era de esas chicas que desperdiciaban su tiempo, energía y lágrimas por un hombre.

— Mery... — habló Isaac.

— Te he dicho mil veces que no me llames así —  escupí levantándome — pero haz lo que quieras. Un placer conocerte, Aya, disfrutad de la cena. Invito yo .

— Un placer mmm...

— Mariam — termine por ella.

— ¿Podemos...hablar? Un segundo — me preguntó Isaac

— Tengo...cosas que hacer mañana, así que no, no puedo. Y súmale el hecho de que no quiero.

— Adiós Isaac — finalizo mi hermano guiándome hacia la puerta del restaurante

TODO LO QUE QUIERO ES UN MAKTUBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora