CAPITULO 26

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— Buenos días, bella durmiente.
— ¿ Que hora es ? — pregunté tapándome los ojos.
— Las 4 de la madrugada.
— ¿ Y SE PUEDE SABER PORQUE ME DESPIERTAS A ESTAS HORAS ?
— No aguantaba un minuto mas sin escuchar tu dulce voz - Ironizó. — Te veo mejor, ¿ lo estás ?
Sonaba genuinamente preocupado.
— Lo estoy — me limité a decir. — ¿ Donde estamos ? — Pregunté confundida.
— Estamos en la habitación de un hotel.
— Cállate. Cállate, que no aguanto tu voz, y menos a estas horas. — Entre que me dolía la cabeza por la fiebre de anoche y que eran las 4 de la madrugada...
— Sin duda, estás enamorada de mi.
— Te encantaría.
— Día 35.
— ¿ Y que tienes pensado hacer hoy ? ¿ Irnos de crucero ? — bromee.
— Algo así.
— Mhm, lo que tú digas.
Vale, lo de irnos en helicóptero no era broma, solo que en la parte mas alta del hotel nos esperaba un jet privado, no un helicóptero.
— ¿ A donde me secuestras ? — pregunté al entrar en el jet.
— No te lo puedo decir. Si no, no sería un secuestro.
— Tiene sentido.
El vuelo duro casi dos horas, ya estábamos a punto de aterrizar. En los minuto que estuvimos sobre volando países Isaac no me dejó mirar por la ventana. De hecho, las había tapado.
— Vale, muy en serio, ¿ a dónde vamos ? — Pregunté, realmente curiosa.
— Cabezota — murmuró mientras negaba con la cabeza.
— Vale, como tú quieras. — Me crucé de brazos.
Cuando aterrizamos y quería dirigirme a la salida...
— Ponte esto — me dijo Isaac sosteniendo un pañuelo de color dorado. Claramente tenía la intención de taparme los ojos.
— No, ni loca.
— Vamos Mer...
— Uf, te acordarás de esto — cedí.
Me ato el pañuelo tan cuidadosamente como se lo haría a una muñeca de porcelana.
— Cuidado, escalera. — Y así estuvo, dándome indicaciones hasta que entramos a un coche.
— Empiezo a ver puntitos blancos — dije, y aún que no podía ver, pude sentir el pánico de mi acompañante — es broma.
— Tu y tus bromitas, ¿ no ?
Cuando paramos Isaac me guió por un camino que por lo que sea tenía muchas escaleras.
— ¿ Puedes quitarme esto ya ? — Me impaciente.
— No, espera un poco.
— ¿ Ya ? No creas que no sé qué esto es solo una excusa para...
— ...para estar más cerca de ti, si. Ni si quiera lo estaba disimulando. — Me cortó
— ¿ Ya ?
— Mery, te presento a Italia — dijo quitándome el pañuelo dorado.
Estábamos en un mirador precioso, el mar, las calles, como brillaba el sol...
— Es... — empecé.
— Precioso. Lo es.

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⏰ Última actualización: Feb 04 ⏰

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