ERES MÍA.

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Era pasada ya la hora del almuerzo, Martha y yo nos encontrábamos en unos taburetes cerca de la cocina principal, había intentado ignorar por completo la sensación amarga que había recibido esta mañana, aunque, sin triunfo alguno

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Era pasada ya la hora del almuerzo, Martha y yo nos encontrábamos en unos taburetes cerca de la cocina principal, había intentado ignorar por completo la sensación amarga que había recibido esta mañana, aunque, sin triunfo alguno.

La voz de mi amiga era lejana, casi me parecía estar escuchándola bajo el mar, mis pensamientos desorbitados, intentado controlar la creciente emoción. Me estaba comportando como una adolescente encaprichada y lo sabía.

― ¿Entonces, aceptas? ―Interrumpió Martha, mirándome a los ojos.

―Ah...

― ¿Qué pasa Seraphina? Desde la mañana haz estado en las nubes, tiene que ver con ese chico, ¿cierto? ― dijo perspicaz, con una ceja alzada.

― ¡No es así!

Claro que era así.

Era evidente, desde que había entrado a mi vida había puesto todo de cabeza, pero no lo iba aceptar.

― ¿Entonces? Vamos, acompáñame. ―El puchero de Martha me hizo hacer una mueca.

― ¿Qué tan lejos es?

Desde temprano, Martha había estado repetitiva con la petición de acompañarla a las fiestas de iniciación en la universidad del querido Mario, a veces no entendía que tenia de especial, nunca la había visto de tal forma, por lo contrario, Martha siempre había sido la chica del control. Todos bajos sus pies, pero con este había entrado en un frenesí indiscutiblemente preocupante.

―Un par de kilómetros, yo te llevo en el auto, ― me miró con esos ojos de gatito arrepentido.

―Tomé una bocanada de aire, sabía que me iba arrepentir, pero ¿qué podía a hacer? ― Hecho.

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Entre clases, y chismes universitarios, los días se habían pasado realmente rápido, y ya era el gran sábado esperado por Martha. Había intentado no cruzarme con Árion, y aunque casi siempre evité las bancas "populares" era complicado, si mi amiga encajaba en ese sitio como anillo al dedo.

― ¡Apura! ― Grito Martha desde el final de las escaleras.

―Ya, ya. ― Grité de vuelta.

Eres una serpiente, Seraphina,―escuché, en un susurro en mi oído izquierdo, tuve que apoyarme del pomo de la puerta para no caer del susto, me había tomado por sorpresa, él no estaba aquí, ¿Entonces por qué seguía escuchando esa frase?

No era posible, estaba imaginándome cosas, había prometido olvidarme del tema todas las veces en las que su mirada cruzaba la mía por los pasillos, siempre acompañado de Linda, "la porrizorra" como le había apodado internamente.

Ladee la cabeza, no iba a dejar que esto me contuviera de disfrutar la noche.

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Grandes vayas anunciaban la fiesta dada por la fraternidad "LLS" o los leones, en pocas palabras.

Valerion: Corona de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora