Tenía claro varias cosas, el chico estaba retorcidamente loco, y yo, claramente, era más mono que serpiente.―Deja de hacer eso
― ¿Hacer qué?,― Dijo vacilante.
―Engañarme con esos trucos que haces.
Se sentía extraña la sensación, el realismo con el que se escuchaba su voz en mi cabeza me atemorizaba, llegando hasta el punto de aterrarme.
―Lo vi levantarse y eché mi espalda hacia atrás por reflejo, sus pasos eran silenciosos, y esos ojos me miraban como si su vida dependiera de eso―, eres más de lo que crees―, susurro a mi oído.
Su aliento era cálido, podía incluso oler su loción si enderezaba mi espalda encorvada, era afrodisiaco, nada parecido a lo anterior visto u olido, él, totalmente enigmático, aunque mantenía mi cabeza hacia un lado, de reojo podía inspeccionarlo, su piel tan blanca y reluciente, parecía de porcelana, sus labios, sin un solo trozo de partidura; totalmente simétricos. Me estaba embriagado de esta sensación, de acercarlo más, de quizá, intentar olvidar todo lo que había pasado y lo que decía, y sólo envolverme en esta increíble emoción.
No encontraba mi voz, asumí que quizá, era por el miedo. Sin embargo, sabía muy en el fondo, que el temor estaba desplazándose hasta un fango profundo.
―Seraphina...―esta vez cerré los ojos al escucharlo.
Su aliento estaba a milímetros de mi cuello, sabía que con un solo movimiento sus labios me tocarían. Estaba sumergida, lo deseaba, por muy loco que fuera, lo necesitaba.
Sentí su mano izquierda recorrer mi muslo, subía tan lento, que era tortuoso.
Despierta Seraphina.
No podía reaccionar, era casi una maldición impuesta por mi cuerpo, estaba indiscutiblemente a su merced.
―Rosó el cierre de mi pantalón con sus dedos, y yo solté un suspiro, ― serpiente, ―volvió a decir esta vez desde afuera. ―Te necesito, ―susurro, por último, besándome sutilmente el cuello, pero con un movimiento casi de mordisco.
Para cuando quise abrir mis ojos, ya no estaba.
Pase toda la noche recordando la escena, pensando en sus palabras, en que significa él y porque yo no podía parar con esta necesidad de volver a tenerlo.
―Seraphina, cariño, ¿y esas ojeras?,― Decía mi madre desde la barra de la cocina, con un tono realmente preocupante.
―No es nada, me desvelé leyendo.
―Que Path no te absorba.
―Si es por mí, que me devoré, ― Solté una risita, creando la escena imaginaria.
Mamá entendía muy bien mis gustos, era excesivamente amable y compresiva, he vivido mucho tiempo agradecida por eso, pero, la necesidad de tenerla en mis peores momentos y saber que no la iba encontrar en casa, había marcado bastante parte de mi infancia.
―Te cuidas, ― me besó la frente, haciéndome un gesto de despedida, mientras me subía al coche de Martha.
―Adiós, ―Grité, por último, alzando mi brazo.
En la radio sonaba Taylor Acorn x Cassadee Pope – Coma, Martha le subía mientras que tarareaba. El día en Portland estaba totalmente despejado, la brisa invadía los arboles haciendo que sacudieran cada una de las hojas, era de esos días, en el que, incluso es más infeliz podía volverle a encontrar un sentido a la vida, incluso yo, totalmente pesimista hacia los vibras, y casualidades especiales, podía atribuirle a el tiempo, mágico.
Asi era, hasta que vi a Árion, acorralando con sus brazos a una de las nuevas reclutas en el equipo de porritas.
Su sonrisa torcida, parecía estar gozante con la conversación, y el bailoteo de la chica, sólo podía indicar aceptación total a cualquier ofrecimiento que le estuviera haciendo. No estaba celosa, no era como si me afectara, realmente no éramos nada, aunque, me quebraba el hecho de lo coliflor que había sido.
Mientras lo observaba con total ira y desapruebo, choco mis ojos con los suyos, y me dedicó una sonrisa totalmente abierta, de oreja a oreja.
Imbécil.
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Valerion: Corona de sombras
Fantasy¿Le temes a la oscuridad? Hay oscuridad incluso en lo profundo de nuestras almas, ¿Cómo podemos escapar de ella entonces? Seraphina sólo es una chica que acaba de comenzar la universidad, pero una serie de sucesos extraños comienzan a ocurrir desde...